Los Gobiernos de Pedro Molina 

 

  pluma

   

Recuerda:
PRIMER GOBIERNO DE PEDRO MOLINA  1822-1824
SEGUNDO GOBIERNO DE PEDRO MOLINA  1833-1835
TERCER GOBIERNO DE PEDRO MOLINA  1835-1838              
CUARTO Y ÚLTIMO GOBIERNO DE PEDRO MOLINA 1840

 

 

 

 

 

 

Deuda pública mendocina

Otros problemas locales que se presentaron durante esta gobernación, era la deuda pública que pesaba sobre Mendoza, desde la época de la colonia y  cuyos intereses servían en Buenos Aires. Esta deuda había quedado subsistente después del proceso de la independencia y Mendoza debía pagar pesados intereses, de una deuda que prácticamente había caducado. Entonces el gobernador Pedro Molina solicitó a la Sala de Representantes, en mayo de 1822,  que se autorizara la eximición del pago de los intereses de dicha deuda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

          TRATADO INTERPROVINCIAL

Tratado Interprovincial de San Miguel de las Lagunas

El problema de la unión de los pueblos y la convocatoria a un Congreso General  fueron dos temas que captaron la atención durante el gobierno de Pedro Molina, por tal motivo convocó a tratar estos temas a los gobernadores de San Juan y San Luis.

La reunión fue en agosto de 1822  y de las decisiones se firmó el Tratado de San Miguel de Las Lagunas, el 31 de agosto de 1822, que resolvía:

1.  Invitar a las provincias a constituir un Congreso General a reunirse en San Luis en diciembre de 1822.

2.  El Congreso debe uniformar el sistema de gobierno general de los pueblos

3.  Las provincias debían enviar sus Diputados al Congreso.

4.  Establece que, en caso de que fracase la reunión de un Congreso, las tres provincias firmantes celebrarán una Convención para regir en adelante a la “Provincia de Cuyo”.

Pero este proyecto de convocar a un Congreso en San Luis no se concretó y murió asfixiado por los intereses de Buenos Aires.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ACTUACION DE PEDRO MOLINA ENTRE 1830 y 1831

 “Afiliado Molina al grupo de hombres que dirigían en Mendoza el partido federal, fue opositor al proyecto de organización nacional bajo el sistema unitario y tomó participación con tal motivo, en las contiendas civiles que se desarrollaron por influencia de los caudillos Juan Facundo Quiroga y José Félix Aldao”, afirma Pedro Caraffa.

El general Pedro Molina asumió el gobierno como delegado del gobernador Juan Corvalán en el mando de la provincia, el 6 de abril de 1830.  Después de la Batalla de Oncativo, donde triunfa el gral. José María Paz contra Quiroga y Aldao, los gobiernos de Córdoba y de Mendoza habían  celebrado el 3 de abril de 1830 un convenio preliminar de paz y de amistad para poner término a las hostilidades que existían entre ambas provincias.

Zinny asegura que “Don Pedro Molina, delegado de Corvalán desde el 6 de abril, habiendo abandonado el ejercicio de sus funciones al día siguiente, en vista de la difícil situación en que se hallaba colocado al contemplar la actitud del pueblo, que, con la noticia de  la llegada de los coroneles Santiago Albarracín y Luis Videla al Cantón del Retamo, cubriera el camino hasta la ciudad, de decoraciones para recibir en triunfo a la división de vanguardia.”

 

Pedro Molina Gobernador Delegado

Empero el gobernador Corvalán negándose a ratificar el convenio, delegó el mando en Molina y huyó hacia la frontera sur de Mendoza, acompañado de sus principales adeptos y algunos soldados, a fin de solicitar la protección del cacique Pincheyra y de los indios a éste unidos, para hacer resistencia a la división de vanguardia que, bajo las órdenes de Videla Castillo, estaba próxima a invadir la provincia.

El general Molina en vista de la situación difícil en que se encontraba presentó su renuncia al cargo y se fue a reunir con Corvalán en el sur.

El 28 de abril  de 1830 la Sala de Representantes designó a Videla Castillo gobernador provisional; con él se inició una etapa de predominio unitario. Bajo el gobierno de Videla Castillo, la provincia de Mendoza se incorporó a la Liga del Interior, creada por el General Paz en oposición a la figura e influencia de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires.

“En una nota dirigida al gobierno de Buenos Aires, dando cuenta de su instalación, las nuevas autoridades afirman haber sido colocadas por el voto unánime de los habitantes y el apoyo del ejército nacional. La respuesta de Buenos Aires no se hace esperar y en ella se cuestiona su legitimidad” (Pedro Santos Martínez)

“Mendoza quedó gobernada desde entonces por las fuerzas de Videla Castillo y su ministro Tomás Godoy Cruz. Los indios del sur capitaneados por el cacique Coleto, asesinaron en el Chacay, el 11 de junio de 1830 alevosamente al gobernador Corvalán y toda su comitiva. Sólo se salvaron algunas personas que por previsión no habían querido ir al campamento de los indios, estando entre ellas el propio Pedro Molina” (Pedro Caraffa)

Martínez afirma que “No hay documentos oficiales que revelen las complicadas gestiones que los miembros del gobierno tuvieron con los pincheirinos

 

 

 

Tragedia del Chacay

Estos hechos concluyeron con el sorpresivo ataque al gobernador Corvalán y su comitiva, el 10 de junio en el Chacay, donde murieron casi todos, entre ellos el gobernador Corvalán y Juan Agustín Maza.  La noticia de la tragedia se conoció en el ámbito oficial el día 18 y en la Sala de Representantes se guardó un silencio absoluto.

 

 

 

 

 

 

Defensa de la frontera

Desde la década anterior los ataques indígenas venían arreciando sobre Mendoza, éstos significaban una amenaza constante sobre las poblaciones y los gobiernos.  En el año 1828 se renovó el peligro con las incursiones de los salvajes acaudillados por Pincheyra, que llegaron con sus ataques hasta muy cerca de la ciudad de Mendoza.  Fue muy acertado el gobierno provincial en designar al coronel José Félix Aldao Comandante de Frontera, para que al frente de las fuerzas de San Rafael impidiera el paso de los malones; al mismo tiempo reforzaba, la defensa de Corocorto, para impedir ataques por el este.

Pero la amenaza del indio no solamente afectaba a Mendoza, sino también a las demás provincias, que  sus fronteras estaban en contacto con los naturales. Si bien existió la idea de adoptar un plan de guerra ofensiva interprovincial con la colaboración del gobierno de Chile, no se concretó y en 1829 el problema se hizo más grave, no solamente por el aumento de los ataques indígenas sino también por la falta de recursos, por parte de los gobiernos, ante nuevas invasiones. La villa de San Carlos fue víctima de las correrías de éstos indios y sus habitantes, temiendo por sus vidas y haciendas, abandonaron la zona para refugiarse en lugares más seguros.

“Mientras la  antigua sede parroquial del Valle de Uco se traslada a la viceparroquia de Nuestra Señora del Rosario en El Retamo” (Martínez)

La guerra cobró numerosas vidas, entre ellas la del ex Gobernador y Comandante General de Armas José Albino Gutiérrez, que murió durante la campaña realizada en 1831.

“Nuevamente Mendoza y San Juan plantean la necesidad de una guerra ofensiva y solicitan al general Quiroga, tomarla bajo su dirección. La campaña de 1833 cristaliza finalmente este anhelo. 

Simultáneamente con las gestiones cuyanas, durante su primer gobierno, Rosas presentó a la Legislatura porteña un proyecto para extender las fronteras hasta el río Negro. El plan primitivo preveía la participación de Chile y la formación de dos divisiones argentinas que debían operar conjuntamente en el país de los manzanos. La guerra quedaría bajo la dirección de Quiroga” (Martínez)

“Este tema de las iniciativas provincianas, analizado por De Paoli en su “Facundo”, tiene importancia como antecedente de la Conquista del Desierto. Sin embargo, más importante que la originalidad de estos planes es su realización y con ella tuvo que ver, aunque no en la medida deseada, Mendoza” (Scalvini)

Por problemas internos Chile no participó en esta campaña, de modo que el plan debió organizarse solamente en tres columnas encabezadas por el brigadier Juan Manuel de Rosas, como general encargado de la campaña y a cargo de la columna del este; el general Pascual Ruíz Huidobro estaba al mando de la columna del centro y el coronel José Félix Aldao se encargó de la dirección de la columna del oeste. Cada columna tenía una misión especial, la columna de la derecha, debía avanzar por el sur de Mendoza entre los ríos Barrancas y Neuquén, en cuya confluencia con el Limay se reuniría con el ala izquierda. La columna del centro, a las órdenes de Ruíz Huidobro operaría en la pampa central, empujando los indios hasta el Colorado, para comunicarse con las otras divisiones. El ala  izquierda debía llegar hasta el Colorado y allí reunidas las tres columnas avanzar por Río Negro. La división de la derecha al mando del coronel José Félix Aldao, partió en marzo de 1833 desde el Fuerte de San Carlos.

“Después de algunas acciones donde se rescatan cautivos y algunos miles de cabezas de ganado, la división acampa en Redención del Salado a esperar la columna del centro. Pero la falta de recursos que padece la provincia impide reforzar a Aldao. A esto se agrega el regreso de la columna del centro, detenida por similares obstáculos después del triunfo de las Acollaradas. Ante tal situación, Quiroga ordena el regreso de la división en los primeros días de setiembre” (Martínez)

“Lo importante es que pese a todas las dificultades, la expedición fue un verdadero éxito,  y que cuando Rosas licenció a sus tropas con su hermosa arenga de “napostá  no solamente los belicosos indígenas de la frontera sur habían sufrido un verdadero castigo, se habían recobrado cientos de cautivos, miles de cabezas de ganado, etc.; sino que se había pacificado dicha frontera y muchísimas leguas de feroces campos se habían incorporado al dominio de las diversas provincias confederadas que limitaban con esa frontera. Una de las favorecidas en todos los aspectos señalados, fue sin duda la de Mendoza” (Comadrán Ruiz)

“La empresa resultó, no obstante, un éxito a tal punto, que cuando se plantea la expedición al desierto del general Roca, a fines de siglo, este general escribe al ministro de guerra Adolfo Alsina, lo siguiente: “A mi juicio, el mejor sistema de concluir con los indios ya sea extinguiéndolos o arrollándolos del otro lado del río Negro, es el de la guerra ofensiva que es el mismo seguido por Rosas, quien casi concluyó con ello”... Este pensamiento de Julio A. Roca ha permitido aseverar a Saldías que “La conquista del desierto que llevó a cabo Rosas en el año 1833 y la acción lenta del tiempo, ejercida a través de las continuas correrías del salvaje, habían acabado con casi todos los indios, cuando nueve mil veteranos argentinos a las órdenes del general Julio Roca penetraron en esos desiertos con el objeto de fijar la línea de frontera sobre el río Negro y Neuquén” (Scalvini)

Cuando regresó José Félix Aldao y su división de la Campaña al Desierto, Pedro Molina reconoció sus servicios ofrecidos y por ley del 23 de diciembre le expidió el título de "Oficial General al Comandante José Félix Aldao" y le asignó el honor de defender la provincia contra toda invasión de los indios. De este modo Molina se sustrajo de la influencia de Aldao y lo alejó del ámbito político, mientras lo mantenía ocupado en la defensa de la frontera sur. Este hecho le permitió a Molina rodearse de federales moderados, que actuaron con una actitud más flexible.

Su primera acción de gobierno se dirigió a tratar de normalizar y recomponer las finanzas del Estado, con la amortización de las deudas a través de la devolución de empréstitos  a los comerciantes, hecho inédito en la historia provincial. Otra medida importante fue la cancelación  de las deudas ocasionadas por el mantenimiento de las milicias en la frontera, de los curas en la campaña, del hospital y de las escuelas. A pesar de realizar el pago de estas deudas, las finanzas de la provincia hacia el año 1834 quedaron con un saldo positivo.

“Por ley de la provincia, 8 de enero 1834, el Poder Ejecutivo fue autorizado para invitar a los gobiernos de los pueblos que componían la antigua provincia de Cuyo, a fin de que, por medio de una comisión compuesta de igual número de diputados de cada pueblo, presentase a la sanción de sus legislaturas el código fundamental que había de regirla. Al mismo tiempo, y para que esta ley tuviese el efecto deseado, la legislatura ponía bajo la protección del general Quiroga la grande obra de la organización política de la nueva provincia de Cuyo” (Zinny).

Como un hecho más de su gobierno, en 1834 Molina incitado  por el general Aldao y acompañado por una variada comitiva se dirigió a San Carlos y Tupungato con el fin de estudiar la posibilidad de dar riego a las ricas tierras del sur, que permanecían incultas

 

 

 

 

Asesinato de Juan Facundo Quiroga

Tras la muerte de Quiroga, ocurrida en Barranca Yaco el 22 de febrero de 1835, en Mendoza la clase dirigente asistió con terror al descalabro institucional que se avecinaba, en tanto que el pueblo lamentaba dolido la muerte del caudillo. Por otro lado, los exiliados en Chile iniciaron gestiones directas o por mediación de amigos y parientes para su retorno.

"Con Quiroga desaparece uno  de los hombres claves para la organización de las Provincias Unidas. Su figura es aglutinante y básica para la pacificación bajo el signo federal. Su muerte revive el fuego unitario y renacen los conflictos, la guerra civil se reanuda después de muchos años de tranquilidad" (Cueto)

“Molina apenas recibida la noticia, desaparece de la ciudad y va a reunirse con  Aldao en San Carlos por dos días, a su regreso todos callan y resuelven espiar los movimientos de Rosas.  Molina inició una política tendiente a evitar la guerra civil, que hubiera estallado con seguridad a instancias del Gobernador de La Rioja y de San Juan, si en el  gobierno de Mendoza no se hubiera encontrado Molina, espíritu reflexivo, conciliador, firmemente resuelto a conservar el orden y mantener su provincia alejada de un posible conflicto entre Buenos Aires y Santa Fe” (Peña y Lillo)

 

 

 

 

 

Relaciones entre Pedro Molina y Juan Manuel de Rosas

Para comprender las relaciones entre Pedro Molina y Juan Manuel de Rosas, en este primer momento, es importante conocer el alcance del Tratado económico con Chile, donde aparece el gobernador de Mendoza no tan subordinado a la autoridad de Buenos Aires. Pero se muestra por parte de ambos una comprensión de la responsabilidad de su función ante el pueblo al que gobiernan.

“Seguramente por no confiar plenamente en nadie en Mendoza, aborda aquí de manera distinta el problema. Por otra parte, el gobernador Pedro Molina goza de gran prestigio en dicha provincia... Lo cierto es que en Mendoza se conforma con hacer renunciar al ministro Juan de Rosas, a quien critica haber inspirado aquel convenio particular  con Chile y por proteger a los unitarios. Efectivamente muchos emigrados habían regresado a Mendoza y San Juan” (Segreti)

Posteriormente cuando Chile reabrió el comercio a través de la cordillera, el gobierno de Buenos Aires, representado por Juan Manuel de Rosas advirtió que no podrá realizarse bajo las bases establecidas por el Tratado económico de 1835 por carecer de validez. Mendoza entonces fijó un impuesto provisional a la importación hasta la concreción de un arreglo definitivo entre ambos países. Pero el bloqueo anglo francés, el retiro de la legación argentina de Chile por la ocupación del Estrecho con el cese de las relaciones y la guerra contra el Brasil, impidieron el acuerdo.

El 18 de diciembre de 1835 el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas publicó la Ley de Aduana para el año siguiente.

“Pocos meses más tarde el gobierno y el grupo dirigente mendocino en pleno, tendrían oportunidad de exaltar y poner de manifiesto su beneplácito, ante la aprobación por la H. Legislatura porteña del proyecto enviado por D. Juan Manuel de Rosas por el cual se disponía el fin de la política de librecambio en el orden comercial, mediante la “Ley de Aduana”, que no solamente favorecía a la provincia de Buenos Aires, sino que contemplaba una serie de aspiraciones de las provincias interiores” (Comadrán Ruiz)

“Mucho más prudente parece la posición  mendocina que limita el aplauso a sólo parte de la ley que establece prohibición de importar. Porque desde hace muchos años las provincias del Interior vienen haciendo conocer su opinión, sobre todo Mendoza y San Juan, en el sentido que no es suficiente protección el aumento de los derechos de importación, sino que debe prohibirse la introducción de todo artículo que se produzca en el país. Tal el caso de los vinos y aguardientes que la citada ley precisamente no prohibe importar” (Segreti)

“El segundo momento puede sintetizarse como la reacción unitaria y los intentos de conspiración contra Molina, cuya consecuencia directa es el acercamiento de Mendoza al protectorado rosista" (Cueto)

“Molina se ha convencido por sí mismo, de que en su provincia hay gentes que conspiran contra las autoridades que trabajan para conservar el orden y la tranquilidad públicas. Coincide con Rosas en acusar a los unitarios como los enemigos en actividad, que decididos a derrocar las autoridades existentes en la provincia, encubren sus  propósitos con aparentes anhelos de Constitución, de Congreso General y de organización del país” (Peña y Lillo)

“La insurrección del General Rivera, en complot con los unitarios emigrados, movió al gobernador Pedro Molina a dirigir a la H. Sala un contundente oficio, 18 de agosto de 1836, en el cual después de lamentarse de que el pronunciamiento decisivo de los Pueblos de la Confederación no haya decidido a los Unitarios para deponer sus animosidades y someterse al voto de la mayoría  recalcaba que la experiencia de los hechos recientes ha demostrado que la lealtad y consideración lejos de docilizarlos y hacerlos entrar en su deber, sirve sólo de pábulo a sus maquinaciones, creyendo que tal conducta en los gobiernos confederados es producida por el temor y la debilidad” (Comadrán Ruiz)

Tras el asesinato de Quiroga en Barranca Yaco, los sectores unitarios reanudaron sus luchas contra los federales, éstas no fueron reacciones organizadas sino proyectos aislados y producto muchas veces de reacciones desesperadas, no obstante pusieron en peligro los gobiernos y en el caso de Pedro Molina, debió enfrentar dos intentos.

“El unitarismo derrotado no titubeó a trueque de que se expulsara del poder a los federales, de traicionar a la Patria, gestionando la desmembración del territorio argentino” (Scalvini)

 

 

 

A MODO DE CONCLUSIÓN

Después de haber analizado la obra de gobierno de Pedro Molina y sus relaciones con don Juan Manuel de Rosas, podemos concluir afirmando que más allá de los propios intereses partidarios, el gobernador Pedro Molina se destacó por la defensa de los intereses mendocinos y del federalismo, como doctrina y como práctica.

La defensa de la causa provincial, coincidiendo o no con los postulados de la política nacional dirigida desde Buenos Aires, fue la principal característica de su gobierno. Por otra parte no puede desprenderse su accionar de la  relación con los caudillos, las grandes figuras del momento y los abanderados de la causa federal.

Los elementos que más influyeron en su persona y en su gestión de gobierno fueron principalmente dos. El primero, la presión ejercida en muchos aspectos por la clase dirigente mendocina, que llegó incluso hasta lograr su renuncia como gobernador, el segundo, la preponderancia que adquirió Juan Manuel de Rosas en el ámbito nacional desde 1831 en adelante, se hizo sentir directamente en la provincia y obligó muchas veces a Pedro Molina a tener que tomar definiciones sobre su postura, defendiendo la causa local pero adhiriendo a los postulados federales.

De las obras historiográficas consultadas, independientemente de las distintas escuelas a las que pertenecen, ya sean liberales, federales o revisionistas todas ellas destacan el accionar del gobernador Pedro Molina en la defensa de los intereses locales, más allá de las relaciones con Buenos Aires. En esto toda la bibliografía coincide en caracterizar a Pedro Molina y a todos los gobernadores del período, como gobernadores que fueron audaces  defensores de la causa provincial en primer lugar, para dejar en un segundo plano sus lineamientos políticos, ya sean unitarios o federales.

 

En octubre de 1821 el gobernador de la provincia de Mendoza,  Tomás Godoy Cruz delegó interinamente el mando en quien era  desde el 22 de enero su sucesor legal, el hacendado Pedro Molina y Sotomayor.  Electo gobernador propietario de la provincia a fines de octubre de 1821, ejerció el mando desde mayo de 1822 hasta el 29 de abril de 1824, acompañándole sucesivamente en carácter de ministros secretarios, el licenciado Pedro Nolasco Videla que simpatizaba con las ideas liberales instaladas en Buenos Aires, personaje que se destacó por difundir las ideas rivadavianas en su gobierno y en la provincia y el presbítero José Andrés Pacheco de Melo.

Pedro Molina desarrolló una actividad administrativa excelente durante su gobierno, en atención al medio, a las circunstancias y a las costumbres tradicionales de estos pueblos.  Después de los agitados años de 1820-1821, poco a poco va restableciéndose la calma, el orden y la tranquilidad.

En este momento los problemas más importantes que se presentaron en la provincia de Mendoza fueron: la unión nacional y el Congreso General; la seguridad en el tráfico terrestre; la exención o disminución de los derechos de peaje y protección aduanera para los productos mendocinos.

Mientras fracasaba la tentativa del Congreso de Córdoba, Mendoza, bajo la dirección de Molina no perdió las esperanzas de llegar a la unión de las provincias y a la formación de un Congreso y una autoridad que las gobernara.

El gobernador Pedro Molina designó al doctor Tomás Godoy Cruz como representante ante el  gobierno de Buenos Aires, con las siguientes instrucciones:

 1. Representar a dicho gobierno la necesidad de formar un Congreso general de todos los pueblos de la Unión y propender a su verificativo.

  2. Solicitar al mismo tiempo una declaratoria prohibitiva de todo comercio naval que pueda hacerse de los frutos y  productos del Paraguay y demás pueblos de la Unión, por la mar del Sur.

 3. Propender a la remoción de todo embarazo que pueda ofrecerse al tráfico en el tránsito desde aquella hasta ésta plaza.

Pero la gestión que realizó Godoy Cruz no sólo se vio fracasada en lo relativo a convocar un Congreso Convencional, también fracasó la posibilidad de la incorporación de Mendoza a Buenos Aires y finalmente cuando se trató  lo referente a la protección de los productos cuyanos, o mejor dicho la rebaja de los impuestos aduaneros de Buenos Aires sobre los productos cuyanos, entonces se planteó que  la provincia de Mendoza podía recabar del gobierno de Chile un mejor tratamiento sobre los productos cuyanos. En julio de 1822 el doctor Tomás Godoy Cruz daba cuentas  al gobernador de Mendoza, del fracaso de su misión y regresó.

El historiador Silvestre Peña y Lillo elaboró el siguiente juicio sobre la actitud centralista de Buenos Aires en detrimento de las provincias cuyanas:

“Mendoza era para los hombres de Buenos Aires una provincia extranjera que debía pedir protección y socorro para su comercio a la República de Chile”

El doctor Adolfo Cueto y  el doctor Pedro Santos Martínez a continuación emiten un juicio sobre la actitud centralista de la política de los gobernadores de Buenos Aires:

“Mendoza no escapa al enfrentamiento que se produce en el ámbito nacional entre unitarios y federales, brindando su apoyo al Congreso de 1824. Pero esa lucha se extiende también a los distintos ámbitos de la administración del Estado, llegando principalmente al educativo y religioso. La influencia rivadaviana  en Molina a través del ministro Nolasco Videla alcanza uno de los momentos de mayor auge con la introducción de las reformas liberales en el orden eclesiástico.”                       

“La sugerencia porteña es rechazada y Mendoza decide acordar con las otras dos provincias el modo de llegar a la organización. El 22 de agosto de 1822, el Pacto de San Miguel de las Lagunas establece invitar a las demás provincias para concurrir a San Luis antes de diciembre de ese año para que, reunidos en Congreso, establezcan el sistema de gobierno.”

 

Política educativa

En materia de educación hacia el año 1822 el Sistema Lancasteriano era una novedad por su aplicación con éxito en Inglaterra y  luego en Colombia, el gobernador Molina entusiasmado por  los resultados favorables que presentaba este método de enseñanza mutua, propuso difundirlo en Mendoza y aplicarlo en el Colegio de la Santísima Trinidad.

“En Mendoza tuvieron resonancia las ideas renovadoras de Rivadavia en materia de educación.  Molina estableció por decreto del 9 de agosto de 1822 y “para asegurar aquellas garantías que deben dispensar al progreso de las luces, dejando así expuestas la sana moral y dogmas católicos que forman la religión del país”, una Comisión para el Colegio de la Santísima Trinidad que denominó Junta Regente Protectora del Colegio, que procedió a su reorganización” (Scalvini)

“El gobernador Molina crea una Junta Regente Protectora del Colegio, formada por cinco literatos: el cura José Godoy, Licenciado Manuel Ignacio Molina, Pedro Nolasco Ortíz, Manuel Calle y Nicolás Villanueva. Esta Junta o Comisión debía organizar el Colegio de la Santísima Trinidad, presentar un plan de estudios y financiar la administración del colegio” (Peña y Lillo)

Esta Junta debía también organizar las clases, designar a los principales profesores en los que se destacó la presencia de Juan Crisóstomo Lafinur.  Al organizarse el Colegio se dispuso la creación de la Imprenta Lancasteriana, que estuvo bajo la dirección de don Nicolás Villanueva y del profesor Lafinur, en ella se publicaron los textos necesarios para la educación en el Colegio. Pero también se publicó el recientemente creado Registro Ministerial, órgano mediante el cual se publicaban los actos de gobierno y las leyes sancionadas por la H. Sala de Representantes.

“Las ideas rivadavianas tienen en el gobernador Pedro Molina profunda influencia. Introduce reformas liberales referentes al clero, sostenidas y apoyadas con entusiasmo desde las columnas de “El Verdadero Amigo del País”. Pero estas reformas son combatidas por el periódico “El Orden”, fundado y redactado por el dominico padre Torres” (Scalvini)

La presencia de las ideas liberales se desarrolló sin oposición en Mendoza, la prensa mendocina tomó partido de estas ideas a través del periódico El Verdadero Amigo del País, bajo la dirección de Juan Crisóstomo Lafinur y Nicolás Villanueva, apoyando decididamente las reformas del gobernador Molina. Mientras que a través de las páginas de El Orden, se escuchó la resistencia a través de la voz del dominico Torres, que acusaba al grupo de ilustrados mendocinos representados por Lafinur y su periódico como anárquicos y revolucionarios. Estas críticas  suscitaron la irritación del Cabildo, que solicitó ante la H. Sala de Representantes que se expulsara a Lafinur de la provincia.

Lafinur es separado del Colegio y se trasladó a Chile. Pero con la intransigencia de los miembros del Cabildo, las intrigas del Cura Andrade Vice Rector del Colegio y la mala postura del gobernador Pedro Molina, el colegio quedó herido de muerte y condenado a desaparecer.  El 17 de setiembre de 1822 el gobernador Molina ordena el cierre del Colegio de la Santísima Trinidad, como Instituto de enseñanza superior, quedando reducido a Escuela de Enseñanza Primaria”  (Peña y Lillo)

En diciembre de 1823 el ministro secretario Pedro Nolasco Videla fue reemplazado por el presbítero José Andrés Pacheco de Melo, esto significó un cambio profundo en la orientación del gobierno liberal de Molina, donde el clero retomaba sus fuerzas nuevamente y se veía representado también en el gobierno. Por acción del nuevo ministro, el 24 de enero de 1824 se cambió la denominación de "Gobernador Intendente" por la de Gobernador de la Provincia.

 

Sala de Representantes

Durante el gobierno de Pedro Molina se aumentó el número de miembros de la Sala de Representantes y se consolidó el Poder Judicial, al crearse el Tribunal de la Cámara de Justicia o Cámara de Apelaciones, formada por cinco jurisconsultos y un fiscal. Los miembros de dicho Tribunal no tenían dependencia del Poder Ejecutivo y el nombramiento del fiscal lo realizaba el Tribunal en cada caso en particular.

Defensa y avance de la frontera sur

Mendoza comprendió la ineficiencia de la campaña defensiva de Buenos Aires, como también lo eran las campañas aisladas que efectuaban otras provincias, entre las que se cuenta a la misma Mendoza, en defensa de sus fronteras. Tanto que al corretear a los nativos no más allá de sus límites, no se hacía otra cosa que envalentonarlos, dejando subsistente el peligro de malones.

Por iniciativa del gobernador Pedro Molina que se dirigió al gobernador de Buenos Aires, el 8 de enero de 1823, proponiéndole realizar una campaña general de todos las provincias que tenían fronteras limítrofes con los salvajes para abatirlos, destruirlos o desterrarlos definitivamente y conquistar el resto del país.  Ofrecía además, por parte de Mendoza, contribuir a la campaña con 1.000 hombres y el equipamiento necesario.

“Buenos Aires contesta complacida, el 22 de enero de 1823, aceptando la idea y que va a iniciar la expedición contra los indios el 1 de marzo. Que la división de Buenos Aires con 3.000 hombres partirá desde Guardia del Monte junto a una de Santa Fe, con 1.000 hombres que partirá desde Guardia de Melincué. El objetivo de estas dos divisiones era batir a los indios en toda la extensión de las Sierras del Tandil y de la Ventana para escarmentar a los salvajes y asegurar sus fronteras de futuros malones.

Continúa la nota diciendo, que los salvajes huirán hacia la frontera de las provincias vecinas, donde espera que las fuerzas de Mendoza se pongan en camino para la fecha indicada y puedan evitar los males que la amenazan y vencerlos” (Peña y Lillo).

La respuesta del gobernador Pedro Molina  a la  propuesta recibida desde Buenos Aires, no se hizo esperar y el 8 de febrero le expresaba que:

“...si bien se lisonjea de la buena acogida que ha merecido su iniciativa de una campaña nacional contra los indios; debe lamentar el plazo angustioso que se fija para iniciarlo y que no se haya invitado a participar en la expedición a Córdoba y San Luis; y que no se haya reparado en el hecho de que Mendoza no puede mandar sus hombres a una muerte segura, ante un enemigo superior y en un vasto desierto...” (Peña y Lillo)

Así termina esta brillante iniciativa mendocina para realizar una campaña interprovincial contra los indios, nuevamente ahogada por los intereses de Buenos Aires y su  política centralista.

 

Participación en Congreso de Córdoba

Los obstáculos que Buenos Aires puso al Congreso de Córdoba tenían como finalidad centrar la atención nuevamente en ella, para poder manejar de este modo las redes políticas con el interior. Es por ello que el gobierno de Buenos Aires designó al doctor Diego Zavaleta como Diputado Comisionado para invitar a las provincias de Cuyo a un Congreso General Constituyente, con sede en Buenos Aires.

“No bien acababa de desalentar la iniciativa cuyana, el gobierno porteño decide convocar un Congreso en virtud del tratado del Cuadrilátero. La invitación llega por intermedio del deán Diego Zavaleta y Mendoza compromete su participación” (Martínez)

Zavaleta se dirigió primero a  tratar de conquistar las provincias de San Luis y San Juan, ya que Mendoza había tenido una participación importante en el Congreso de Córdoba y temía por su rechazo.

“En Mendoza se admiraban las reformas de Rivadavia, pero se desconfiaba de sus aspiraciones políticas. El 30 de mayo recibe esta provincia la comunicación de Buenos Aires sobre la misión Zavaleta, pero Molina eleva toda la documentación a la H. Junta de Representantes recién el 17 de octubre. Junto al proyecto del Congreso trae Zavaleta una nota circular enviada por Comisionados de Su Majestad Católica para procurar un entendimiento con las provincias de América, independiente de hecho y reanudar las relaciones comerciales que se hallaban interrumpidas. Mendoza acepta la Convención que se proyecta, pero con objeciones” (Scalvini)

En cuanto a la reunión de un Congreso, el gobernador Pedro Molina propuso su aceptación ante la Sala de Representantes, debido a que un año antes se había firmado el Tratado de San Miguel de las Lagunas como un nuevo intento de unión de las provincias cuyanas.

“Mendoza fue una de las provincias que, en Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Santiago del Estero, La Rioja, Salta, San Juan, San Luis y Banda Oriental proyectaron una confederación de acuerdo con Dorrego, formando entre sí una liga ofensiva y defensiva contra Buenos Aires, y convinieron en desechar la formada sobre la base del sistema de unidad, que estaba en oposición a la voluntad general de las provincias y contra el cual se habían pronunciado ellas” (Zinny)

Influencia de Facundo Quiroga en Cuyo

A fines de mayo de 1823 el gobernador de La Rioja, de tendencia unitaria, logro interesar al gobernador de Mendoza, Pedro Molina para que interviniera en una guerra contra el caudillo riojano Juan Facundo Quiroga para derrocarlo. Pero no acertó con la persona adecuada, ya que Pedro Molina en estos momentos aparece como el “campeón en Cuyo de la unidad nacional y de la organización del país”, por lo tanto no se iba a involucrar en un conflicto de esta categoría, ni traicionar a un caudillo como era Quiroga, que merecía el respeto y admiración de Molina.

No obstante, Pedro Molina designó como Comisionado para negociar y encontrar una solución a este conflicto, en la provincia de La Rioja a Manuel Corvalán. De las negociaciones salió  engrandecida la figura de Juan Facundo Quiroga, que tomó desde entonces carta de ciudadanía en Mendoza, como caudillo de fuste.

 

Regreso del coronel José Félix Aldao

En el mes de mayo, regresa a Mendoza el coronel José Félix Aldao, que había sido expatriado por el gobernador Tomás Godoy Cruz,  amparado por el gobernador Pedro Molina cuyo temperamento conciliador se mostró favorable a su regreso. En junio la Sala de Representantes declaró libre de toda responsabilidad al coronel José Félix Aldao, desde este momento, puede decirse que reinician su actuación en Mendoza, los hermanos Aldao.

“Tiene una conducta seguida como promotor de la unidad nacional y del Congreso General, como autor del Pacto de las Lagunas, de la campaña interprovincial contra los indios, como gestor primero de un régimen proteccionista para los productos de Cuyo, como ejecutor de la reforma eclesiástica, de la reforma educacional y de la reforma electoral en Mendoza. Lo combatió el fanatismo y sufrió sus consecuencias” (Peña y Lillo)

 

Política económica y crisis monetaria

En el aspecto económico a pesar de continuar en un principio con las medidas tomadas por su antecesor, realizó un manejo discrecional y parcial de los fondos públicos provocando un desequilibrio en el control fiscal, sumado a la crítica situación en que se encontraba la economía provincial.

A fines de 1822 empezó a sentirse en toda la provincia una escasez de numerario, que causaba graves dificultares al comercio y a los gastos de orden económico y menudo de las familias, llegando al extremo de abusarse escandalosamente de la falsificación de la moneda cortada española de la época colonial. 

“El 2 de agosto de 1823, se promulgó por el gobernador Molina, la ley sancionada el 5 de julio, sobre la amonedación de oro y plata de cordón, en la Casa de Moneda de Mendoza, según el modelo de la nacional en su peso, ley, diámetro y signo, llevando las iniciales de Mendoza” (Zinny)

Esta crisis económica se atribuyó a la paralización de las operaciones comerciales con Buenos Aires y las demás provincias del litoral  a consecuencia de los derechos de tránsito prohibitivos y la política aduanera del litoral, de puertos abiertos a la introducción de productos extranjeros similares a los de producción cuyana, del mal estado en que se hallaban los caminos, inseguros por las continuas invasiones de los indios de la pampa y por las pocas transacciones que se efectuaban con Chile, absorbida por la guerra de la independencia.

"La crisis se fundamenta en la política: la desprotección de Buenos Aires y el Litoral hacia el resto de las provincias, respecto al libre comercio y la política aduanera; las pérdidas por el maloqueo y asaltos en el tráfico comercial; las consecuencias de la formación del Ejército de los Andes y los gastos por la independencia de Chile; la pérdida del mercado chileno al abrirse al Pacífico después de Maipú. Todos estos factores conducen a la falta de transacciones comerciales y por ende a la falta de circulante en la provincia" (Cueto)

Molina se decidió a establecer por ley de la Sala de Representantes, un cuño para amonedar pesetas y cuartos de plata cortada, para solucionar el conflicto monetario y facilitar transacciones en los mercados de la provincia. Pero este cuño había sido abierto sin ninguna garantía contra la falsificación y el abuso de la adulteración de la moneda se siguió desmedidamente. La H. Legislatura para contenerlo se propuso emplear en la acuñación un tipo difícil de ser imitado por los falsificadores y sancionó en julio de 1823 que se acuñase moneda de oro y plata de cordón, según el modelo de la nacional en su peso, ley, diámetro y signo, llevando las iniciales de Mendoza. Pero que no se cumplió por los numerosos gastos que requería su ejecución.

“La falta de circulante condujo a la falsificación de moneda y en esta actividad ilegal se involucraron comerciantes y hacendados de Mendoza. Al aumentar considerablemente la cantidad de moneda falsificada circulante, se produjo un desequilibrio económico que generó una reacción general, por la cual el 29 de abril de 1824 el Cabildo depuso al gobernador Molina” (Cueto)

“Entre tanto el conflicto monetario aumentaba a pesar de todas las medidas que se tomaban no se podía evitar la falsificación de la moneda y el pueblo exasperado se lanzó a la revolución. Molina interpretaba el descontento en que se hallaba el pueblo debido a la resolución de la H. Legislatura de extinguir la moneda provincial, mandándola a cambiar por la moneda nacional con pérdida de un 12 % por parte de los poseedores” (Caraffa)

“Las diferencias que separan al gobernador Molina del Cabildo y del partido católico, motivadas por el Colegio y por la reforma eclesiástica, hacen que el partido católico avive los odios contra el gobierno y determine su caída, utilizando la crisis y carencia de moneda circulante como arma decisiva” (Peña y Lillo)

 

Destitución del gobernador Pedro Molina

El 29 de abril de 1824 una Junta popular encabezada por el doctor Juan Agustín Maza, se presentó al Cabildo pidiendo la separación inmediata del gobernador Molina, en vista de la situación deplorable en que había dejado postrar la provincia, por la adulteración de la moneda, que reportaba la ruina total de la fortuna pública y privada. Mientras tanto, Pedro Molina había quedado sitiado en su propia casa y desamparado por las fuerzas de la provincia que no le prestan auxilio.

“Se reunió un Cabildo Abierto que invitó al gobernador Molina para presentar allí sus descargos contra la acusación que el pueblo le hacía. Molina se resistió a concurrir a la Sala Capitular y el pueblo resolvió a pluralidad de votos, destituirle del mando de la provincia y proceder inmediatamente a elegir un gobernador interino. En dicha reunión se procedió a proclamar  el nuevo régimen de gobierno: un triunvirato, cuya elección recayó en los ciudadanos Juan Agustín Maza, Buenaventura Aragón y Juan Agustín Videla, quienes juraron ante el Cabildo y tomaron posesión del cargo” (Caraffa)

El gobierno del Triunvirato en Mendoza duró solamente un día, la Sala de Representantes declaró violento e injusto aquel acto y repuso en posesión legítima del Poder Ejecutivo al gobernador Pedro Molina, apoyado por la mayoría de su partido y por la Sala de Representantes. Como resultado de la reposición de Molina en el gobierno se restableció el orden.  Pedro Molina gobernó con la discreción y templanza que lo caracterizaron y se preparó para retirarse del gobierno, pero ya en forma definitiva y por su propia voluntad. El 4 de junio de 1824 presentó su renuncia a la Sala de Representantes, que le aceptaron y procedieron a elegir como nuevo gobernador propietario, al general José Albino Gutiérrez.

 

Facundo Quiroga y la Batalla Rodeo del Chacón

Esta situación no tuvo larga duración porque el general Juan Facundo Quiroga avanzó sobre Cuyo, enfrentó al coronel Videla Castillo en Rodeo del Chacón, el 28 de marzo de 1831 y terminó con el predominio unitario. Las provincias de Cuyo volvieron a estar signadas por el federalismo bajo la órbita casi exclusiva de Quiroga, se inicia lo que Edmundo Correas denomina “su segunda hegemonía en Cuyo”.

“Así terminó la segunda incursión de los unitarios en campos de Cuyo, dejando encendido un reguero de odios, atizando más aún los que ya existían sin haber hecho la más mínima gestión en pro de esa pacificación que invocara Videla Castillo al llegar a Mendoza... Se inicia aquí el predominio federal y la lucha a muerte entre unitarios y federales” (Jorge Scalvini)

“Escribe Ravignani que el período que se inicia en 1831, estando Rosas en el gobierno tiene para nuestro porvenir como nación constituida, su desenlace en 1853 con la constitución nacional. Período constructivo en el que, mediante la cual se organiza prácticamente un pueblo. Y agrega que la política unitaria, sin visión de la realidad fue un mal contra la democracia, dio vida al federalismo y el ejercicio de los principios federales produjo la organización” (Jorge Scalvini)

En julio de 1831 el gobernador de Córdoba, José Roque Funes comunicó al gobernador de Mendoza, que su provincia había decidido incorporarse al Pacto Federal y por consiguiente designó un comisionado para que firmara la adhesión de Córdoba al mismo, aprovechó también para invitar a Mendoza a secundarlo en su actitud.

Mendoza se incorpora al Pacto Federal

Los trámites para la incorporación de Mendoza al Pacto Federal culminaron con la designación del coronel Manuel Corvalán como diputado ante la Comisión Representativa. A fines de noviembre Corvalán fue aceptado por la Comisión Representativa y se fijó el día 4 de febrero de 1832 como fecha para efectivizar la firma e incorporación de Mendoza al Pacto Federal.  Posteriormente, el 30 de abril con la firma del gobernador Pedro Molina y de José Santos Ortíz, la provincia de Mendoza, ratificó la adhesión ejecutada por Corvalán, asumiendo los compromisos y obligaciones.

“La participación de Mendoza en el Pacto Federal es el hecho político más destacado de esta época. Por él la provincia contribuye al sostén e integridad de la Confederación Argentina y prepara el camino de su organización definitiva” (Pedro Santos Martínez)

“El diputado Corvalán se incorpora a la Comisión Representativa y Mendoza se adhiere al Pacto Federal que vinculará a las provincias, desde el punto de vista institucional, durante la época de Rosas. En 1852 este Pacto será ratificado, en el Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos” (Jorge Scalvini) 

 

SEGUNDO GOBIERNO DE PEDRO MOLINA  1833-1835

Los sucesos que posteriormente dieron por resultado la restauración del poder de Quiroga y de Aldao en Mendoza, llevaron de nuevo a la primera magistratura al general Pedro Molina.  Quien después de estar algunos meses en el gobierno interino, desde setiembre de 1832 hasta enero de 1834, fue designado gobernador titular el 15 de diciembre de 1834.

Adolfo Cueto asegura que:

 “Molina no es improvisado, todos lo recuerdan en su primer gobierno 1822-1824 y aunque había dejado el cargo en medio de una convulsión motivada por la falsificación de moneda, todos lo recuerdan con un saldo positivo durante su administración. Se lo reconoce como una personalidad notable,  es uno de los principales dirigentes federales en Mendoza y es conocida su inclinación por Juan Facundo Quiroga, José Félix Aldao y Juan Manuel de Rosas. Es decir por su capacidad e inteligencia para manejar el gobierno y por su relación con los hombres fuertes, tanto en el ámbito provincial como nacional, no cabe duda que es el hombre más indicado para dirigir los destinos de la provincia. Además es importante destacar que Molina tiene personalidad y capacidad de decisión propia, generando un gobierno constructivo y consolidado de numerosas obras y acciones que identifican a Mendoza.”

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Principales realizaciones durante su gobierno

Su gobierno se caracterizó  por restablecer los distintos servicios del Estado y dar participación en el manejo y dirección de los negocios públicos al mayor número de hombres capacitados. Se destacó además por el orden y normalización de su administración. Organizó de un modo práctico  el Departamento de Policía y la administración de la Justicia, por medio de leyes y reglamentos. Dotó de jueces inferiores las Subdelegaciones, cuidó el buen servicio de  Policía de Campaña, para evitar crímenes y perseguir a los vagos y vagabundos. Sancionó y publicó una ley de límites de la provincia de Mendoza,  el Reglamento de Estancias y el Reglamento de Administración de la Provincia de Mendoza, en setiembre de 1834.

“Se preocupó también por la promoción de la justicia, por mejorar la administración pública, creando nuevas escuelas, por la limpieza de la ciudad, por el mejoramiento y ordenamiento edilicio público con la construcción de puentes, de infraestructura general y denominación de calles. Todas estas medidas impactan en la población, pues otorgan un mejoramiento relativo en momentos tan críticos para la vida política nacional" (Cueto)

Una ley de la Sala de Representantes estableció en 1834 que:  “...el papel sellado que había de servir al despacho público, fue reformado, desde el año 1834 consignando en el ámbito exterior de la elipse que forma el escudo con las armas patrias, la inscripción siguiente: la gratitud de Mendoza al Señor Rosas” (Zinny).

El gobierno de Molina tocó a su término y el 10 de febrero de 1835 presentó ante la Sala de Representantes el mensaje dando cuenta de su gestión administrativa frente al Poder Ejecutivo.

“Recuerda Molina a la H. Sala que en el mes de marzo se debe elegir el gobernador que lo reemplace y termina haciendo votos para que la provincia mantenga su orden interior” (Peña y Lillo)

 Después de presentar la renuncia Pedro Molina, se reunió la Asamblea para elegir el nuevo gobernador de la provincia,  y sobre un total de 39 votos, 37 eran por la reelección de Pedro Molina.

 

TERCER GOBIERNO DE PEDRO MOLINA  1835-1838

El gobierno de Pedro Molina fue progresista y contemporizador, no sorprende entonces su reelección por parte de la H. Sala por un período más. Pero durante su tercer gobierno 1835-1838 si bien mantuvo los lineamientos generales de su gobierno, se vio afectado por el fallecimiento del gral. Juan Facundo Quiroga, que produjo un golpe serio en su administración.

Obra de gobierno

De este modo Pedro Molina desarrolló su pensamiento que se basaba en que a Buenos Aires le correspondía prender y castigar a los asesinos de Quiroga, mientras que las restantes provincias debían preocuparse por conservar el orden interno. Molina con su intervención aquietó los espíritus de las provincias de Cuyo y de La Rioja, que después del asesinato quedaron fuertemente conmovidas.

“A partir de este año el poder de Rosas se hace incontrastable y los gobiernos de provincia serían absorbidos por su voluntad” (Peña y Lillo)

“Desaparecido Quiroga, ninguna figura puede ocupar su lugar. Esto como es de imaginar, facilita grandemente los planes de Rosas. El hecho de que ninguna otra figura lidere el Interior está diciendo a las claras de los malos momentos por los que está pasando y esta situación sabrá ser aprovechada por Rosas en las medidas de las necesidades de su objetivo final” (Segreti)

El gobierno de Pedro Molina, estuvo marcado con la impronta que la figura de Rosas imprimió para toda la Confederación. Se pueden distinguir claramente dos momentos, el primero a comienzos de 1835, identificado por una actitud independiente de la autoridad porteña, cuyo hecho más significativo fue la firma del Tratado económico con la República de Chile. El segundo momento de 1836 a 1838, se caracterizó por las reacciones unitarias y la presión de Rosas que obligaron al gobernador  Molina a tomar una decisión más ortodoxa, más fiel y vertical hacia el federalismo de Rosas, aunque manteniendo cierta autonomía.

 

Tratado económico con Chile

El año 1835 se inició amenazador para la industria y la economía de Mendoza, por el aumento de los impuestos de tránsito, sancionados por las provincias de Córdoba y San Luis. De este modo, Pedro Molina debió ocuparse de contrarrestar la política económica de las provincias limítrofes y reiniciar antiguas gestiones ante el gobierno de Chile, a fin de abrir por ese lado un mercado a los productos cuyanos.

Pedro Molina se dirigió ante el Presidente de la República de Chile presentándole al enviado y representante por Mendoza, Sr. Juan de Rosas designado comisionado para tratar  y convenir con ese gobierno asuntos de interés comercial y económico, que favorecieran a ambas partes.

“Según el juicio de Molina todas las provincias marchan a la ruina, sin numerario, sin poder exportar el sobrante de sus productos, ni dentro ni fuera de la República; forzosamente caen sus naturales en el robo, el asesinato y la desesperación como una consecuencia de tan violento estado... Este convencimiento obliga a Molina a entrar en relación con la República de Chile” (Peña y Lillo)

El Tratado Económico firmado con Chile, el 3 de abril de 1835 en Santiago, fue ratificado por la Sala de Representantes de Mendoza, el 19 de junio. El propósito de esta negociación era enfrentar la crisis de la industria local y revertir las consecuencias del exclusivismo comercial del puerto de Buenos Aires.

 “Establece un impuesto del 6% para las producciones naturales e industriales de las provincias cuyanas en Chile y viceversa. De esta cláusula se exceptúan los vinos que son también producidos en Chile. Los efectos extranjeros que se introduzcan desde el país trasandino pagan los mismos impuestos que los que entran por puertos argentinos. En los restantes impuestos hay total reciprocidad” (Martínez)

En principio el Tratado económico firmado con Chile desconocía el artículo nº 4 del Pacto Federal de 1831, por el cual: "se comprometen a no oír ni hacer proposiciones, ni celebrar tratado alguno particular, una provincia por si sola con otra de las territoriales, ni con ningún otro gobierno, sin previo advenimiento expreso de las demás provincias que forman la presente federación."

Molina defendió su postura ante al gobernador de Buenos Aires, respondiendo que su obligación para con el pueblo era sacarlo de la miseria en que se encontraba y para ello debía proteger la industria local. Es importante resaltar que Pedro Molina fue consciente de su dependencia y ligazón al gobernador Juan Manuel de Rosas, por lo que tuvo especial cuidado en las instrucciones que le dio al enviado don Juan de Rosas, de prevenirle específicamente:

“Que en sus negociaciones atienda siempre a que la balanza se incline a favor del comercio con Buenos Aires. Molina considera justo preferir a Buenos Aires, pero considera justa también una compensación por parte de Buenos Aires” (Peña y Lillo)

 

Levantamientos y conspiraciones unitarias

La primera sublevación tenía que estallar el 27 de mayo de 1835. Tenía como objetivo asesinar al gobernador y a sus seguidores, pero fue descubierta antes de estallar. Esto permitió  apresar a Alejo Cuitiño, Andrés Cornejo, Franco Sánchez y Domingo Barrera, los cabecillas que fueron juzgados y condenados, Cuitiño a muerte y el resto a trabajos forzados.

El segundo levantamiento se gestó en San Juan y su mentor fue el Ministro José Domingo de Oro, unitario disfrazado de federal, éste levantamiento debía estallar en varias ciudades simultáneamente. Su objetivo tras la muerte de los jefes federales era tomar el poder y dar una Constitución. Este levantamiento terminó con el proceso y fusilamiento del coronel Lorenzo Barcala, calificado como la cabeza del movimiento para derrocar al gobernador Molina. Lorenzo Barcala que se había refugiado en San Juan fue trasladado prisionero a Mendoza, se inició el proceso y el juicio determinó  su fusilamiento el 1 de agosto de 1836.

“Descubierto por el gobernador Molina un plan de conspiración proyectado por el coronel Lorenzo Barcala y requerida la persona de éste del gobierno de San Juan, fue capturado y remitido bajo segura custodia a disposición de aquél. Molina lo sometió a una comisión militar compuesta del coronel José V. Godoy, presidente, coronel Jorge Velasco, tenientes coroneles Patricio Luna, Estanislao Recabarren, José Santos Ramírez y Victorino Corvalán y sargento mayor Manuel Maza. Juzgado y sentenciado a ser pasado por las armas, la ejecución de Barcala se verificó a las once del día 1º de  agosto de 1835, en la plaza de la ciudad de Mendoza” (Zinny)

“Las conspiraciones descubiertas en Mendoza son un llamado de atención para Pedro Molina, a lo que se suma una reconversión de Rosas pidiéndole acordar su marcha con la de los gobiernos de la Confederación. A partir de ese momento, el mandatario mendocino se adhiere a la política del porteño” (Martínez)

“Estos planes no podían ser de carácter más infantil y faltos de una base en qué fundamentarlos, aunque reconocer que había tras de él una mano oculta que aconsejaba al pobre emigrado, lanzándolo en tan arriesgada aventura y éste no podía ser otro que Don Domingo de Oro, hombre avezado en ese género de enredos, que no tardó en huir de su provincia, de temor de caer en manos de Rosas, de quien había sido secretario” (Scalvini)

Pero después de estos dos levantamientos que fueron sofocados, la férrea actitud de Rosas comenzó a hacerse sentir, algunas veces por la vía diplomática y otras por la vía coercitiva. De aquí en más las provincias comenzaron a mostrar un creciente nivel de hegemonía y a partir del 12 de setiembre la influencia de Rosas en Mendoza se manifestó al imponerse el uso de la escarapela bicolor y el cintillo punzó, por medio de un decreto del gobernador:

 

Tendencia federal y reconocimiento al Gobernador de Buenos Aires

El gobernador Molina reconoció al gobernador de Buenos Aires, el grado de Brigadier General y le otorgó la representación general de las relaciones exteriores. Una ley de la H. Sala del 20 de agosto de 1836 oficializó este reconocimiento al erigirlo "Jefe supremo de la Nación", en razón del conflicto con Montevideo.

“Quién podría reconocer al Gobernador Molina de los años 1823-1824 o de 1834 y 1835, frente al rosista de los años 1836 y 1837. Para que Rosas no dude de la absoluta subordinación de la provincia de Mendoza, el 9 de setiembre de 1837 ratifican la H. Legislatura y el Poder Ejecutivo los amplios poderes que se habían otorgado al Gobernador de Buenos Aires el 30 de setiembre de 1827 y el 9 de agosto de 1831 para mantener la paz, hacer la guerra y entretener las relaciones exteriores, pudiendo expedirse libremente y con toda la plenitud de facultades necesarias  para salvar a los pueblos confederados, en la crisis actual” (Peña y Lillo)

En todo este ámbito de conflicto la preocupación por la obra  pública, la recaudación del Estado y las mejoras en las condiciones de vida de la población alcanzaron un buen grado de desarrollo. Pero por sobre todo hay dos asuntos que merecieron la atención especial de Molina en este gobierno. Uno fue la defensa contra los indios y el otro, la lucha incesante por conseguir el Obispado de Mendoza.

 

Política defensiva

Desde que el general José Félix Aldao se había hecho cargo de la Comandancia General de Armas de la Provincia y fijado su residencia en San Carlos, Mendoza descansaba de las invasiones de los indios que se contentaban con asolar las fronteras de San Luis y de Córdoba y aún también los caminos de Buenos Aires.

El general Aldao se había ganado el miedo y el respeto de estos salvajes, por su actuación en la Campaña al Desierto de 1833 y por varios encuentros que había tenido con los indígenas,  donde había actuado con severidad para castigar pero también demostrado su generosidad para con los que se le sometían pacíficamente, un ejemplo eran Goyco y su tribu.

“Sólo el nombre de Aldao infundía temor entre los salvajes, más tal vez que el de Rosas, de modo que no se acercaban a las proximidades de sus campos. Era la sola presencia de Aldao la que garantizaba a Mendoza días de seguridad contra aquel formidable enemigo” (Peña y Lillo).

La lucha contra los indios del sur de Mendoza fue exitosa por el resultado de la obra conjunta del general Aldao y del gobernador Pedro Molina, que tuvo el acierto de ubicar a aquel en la frontera como Comandante General de Armas de la provincia a su regreso de la campaña al Desierto, adjudicándole la responsabilidad de defender la provincia contra las invasiones de indios. Pero también fue mérito de Aldao que con lealtad y valentía cumplió en todo momento la misión que se le había confiado.

Regreso de la Compañía de Jesús

En el año  1837 dos acontecimientos de carácter religioso tienen lugar. El primero, siguiendo la postura del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, el 18 de mayo de 1837  Pedro Molina dispuso el restablecimiento de la Orden de la Compañía de Jesús en Mendoza, se le otorgaron los capitales, templos, potreros, viñas y hacienda que pertenecían a los ex agustinos.

 

Creación del Obispado de Cuyo en San Juan

El segundo acontecimiento se produjo a fines de este año, cuando el gobernador Molina gestionó ante el Vaticano por la creación de un Obispado en Mendoza. Pero el 19 de setiembre de 1834 el Papa Gregorio XVI  expidió la Bula de creación de la Diócesis de Cuyo, sufragánea de Charcas y con jurisdicción sobre las tres ciudades. La Iglesia Parroquial de San José de la capital sanjuanina fue elevada a Catedral y designando como Obispo Diocesano  y Pastor de Cuyo  al vicario  fray Justo Santa María de Oro.  A pesar de los incesantes pedidos del gobierno de Pedro Molina ante la Santa Sede, pidiendo el traslado de la sede del Obispado a Mendoza, nada se logró.

Esta situación despertó los celos de católicos y autoridades de Mendoza que objetaron la radicación del Obispado en San Juan, arguyendo la mayor importancia que tenía Mendoza para ser asiento de la Diócesis. Ello dio lugar a una verdadera y apasionada competencia entre las autoridades políticas y religiosas de ambas provincias.

En octubre de 1836 falleció el Obispo Santa María de Oro, entonces las expectativas de los mendocinos resurgieron pero por poco tiempo, porque un mes antes de fallecer el Obispo Oro había dejado como sucesor en el Obispado a José Manuel Eufrasio Quiroga Sarmiento y distribuido las otras dignidades eclesiásticas entre sus familiares, lo que motivó la protesta del gobernador Pedro Molina, no solamente ante el gobernador Juan Manuel de Rosas en quien buscó el apoyo necesario para sus negociaciones, sino que presentó la protesta también ante la Santa Sede, por medio del Abate José Salustio.

Decididamente Rosas tomó intervención en estos asuntos eclesiásticos y le recordaba al gobernador Molina que:

“Es anexo a la soberanía e independencia de toda la nación que no se admita, ni deje correr en ella ninguna Bula, Breve o Rescripto pontificio sin obtener pase o exequátur de la autoridad nacional  encargada de velar sobre la incolumnidad de los derechos y regalías nacionales” (Peña y Lillo)

“Esta medida tenía efecto retroactivo al 25 de mayo de 1810, fundamentada en el derecho de patronato de la corona española. En cumplimiento de esta disposición, se concede el pase a la bula de creación del Obispado de Cuyo, dejando a Mendoza y San Luis en libertad de someterse al Obispo o volver a la jurisdicción de Córdoba” (Martínez)

La última intervención de Molina sobre este tema fue el 27 de octubre de 1837 en una carta al gobernador Juan Manuel de Rosas solicitando su intervención para que se otorgara a Mendoza lo que a su juicio le correspondía. Con ésta última carta terminan las gestiones por conseguir el Obispado de Mendoza.

Se inició una clara política por mejorar la hacienda pública con medidas concretas que tendían a consolidar la producción y las finanzas del estado y de los particulares. Un importante estímulo para la industria local fue la ley del 23 de diciembre de 1835 por la cual se beneficiaban por un término de 6 años, con la exención de impuestos a los trapiches y a la explotación minera  y a éstos últimos se les otorgó el comercio exclusivo de los artículos de minería.

Medidas de gobierno

Otras disposiciones de gobierno importantes en este período fue la liberación de todo impuesto a la extracción de frutos del país y a la importación de ganado vacuno y caballar, la prohibición de importar licor, vinos y aguardientes del extranjero. Se ordenó realizar una mensura general de la Villa Nueva de San Martín, se planificó el proyecto de colonización para desarrollar nuevas industrias en el sur.

En materia urbana reglamentó la venta de productos y mercaderías, se fijaron los horarios de atención del comercio. Se ocupó del embellecimiento  y aseo de la ciudad, levantando dos importantes obras: la reedificación del mercado y la construcción de un puente de pasaje en el ángulo sudeste de la plaza independencia (plaza principal). Dichas obras fueron destruidas por el terremoto del 20 de marzo de 1861.

“En suma Molina llevó a cabo útiles instituciones de orden civil y político, descendiendo del gobierno el 20 de marzo de 1838 para retirarse a la vida privada. Se negó a una nueva reelección y le envió una carta al general José Félix Aldao manifestándole  su negativa a una nueva reelección” (Caraffa).

 

ÚLTIMO GOBIERNO DE PEDRO MOLINA 1840

La última participación en el gobierno de la Provincia de Mendoza, de Pedro Molina fue en noviembre de 1840 cuando fue designado gobernador interino, como consecuencia del movimiento revolucionario ocurrido en la provincia y promovido por don Juan de Rosas y el grupo unitario, con el propósito de apoderarse del gobierno.

 “Con la cooperación de algunos seudo federales, los liberales eligieron gobernador a Molina, amigo del general Aldao y titulado federal neto, con el designio de mandarlo, con otros cerca de la persona de éste, como para entretenerle, mientras los antirrosistas colocando un sustituto de su confianza, reunían todos los elementos posibles para hacerle frente, si no lograban detenerle con aquellas medidas” (Zinny)

“Proclamado el gral. Molina gobernador, después del movimiento revolucionario que encabezado por el Tte. Cnel. Casimiro Recuero y don Juan de Rosas, se operó el 4 de nov. de 1840, contra la administración de Justo Correa, fiel amigo de Aldao. Molina no aceptó tal cargo sino condicionalmente. Aldao se lanzó sobre Mendoza para perseguir y castigar a los promotores del motín, repuso en el mando a Correa, quien a su vez delegó el gobierno en el mismo Aldao, nombrado gobernador propietario el 16 de marzo de 1841. Pedro Molina falleció el 16 de marzo de 1842, fecha en que Aldao acababa de recibirse del mando de la provincia” (Caraffa).

“Murió casi olvidado de su pueblo, del que fuera arquetipo y continúa aún en la penumbra por que le tocó la suerte de ser aborrecido por los hombres que  más han pesado en la literatura política argentina. Fue el primer mendocino que hizo sentir a sus comprovincianos el goce de sus derechos civiles” (Peña y Lillo)

                                                                                                                                                                                                                                                        

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