Los Gobiernos de Pedro
Molina |
|
Recuerda:
Deuda pública
mendocina
Otros problemas locales que se
presentaron durante esta gobernación, era la deuda pública que pesaba sobre
Mendoza, desde la época de la colonia y
cuyos intereses servían en Buenos Aires. Esta deuda había quedado subsistente
después del proceso de la independencia y Mendoza debía pagar pesados
intereses, de una deuda que prácticamente había caducado. Entonces el
gobernador Pedro Molina solicitó a la Sala de Representantes, en mayo de
1822, que se autorizara la eximición
del pago de los intereses de dicha deuda.
Tratado
Interprovincial de San Miguel de las Lagunas
El problema de la unión de los pueblos
y la convocatoria a un Congreso General
fueron dos temas que captaron la atención durante el gobierno de Pedro
Molina, por tal motivo convocó a tratar estos temas a los gobernadores de San
Juan y San Luis.
La reunión fue en agosto de 1822 y de las decisiones se firmó el Tratado de San Miguel de Las Lagunas,
el 31 de agosto de 1822, que resolvía:
1.
Invitar a las provincias a constituir un
Congreso General a reunirse en San Luis en diciembre de 1822.
2.
El Congreso debe uniformar el sistema de
gobierno general de los pueblos
3.
Las provincias debían enviar sus Diputados
al Congreso.
4.
Establece que, en caso de que fracase la
reunión de un Congreso, las tres provincias firmantes celebrarán una
Convención para regir en adelante a la “Provincia
de Cuyo”.
Pero este proyecto de convocar a un
Congreso en San Luis no se concretó y murió asfixiado por los intereses de
Buenos Aires.
ACTUACION DE
PEDRO MOLINA ENTRE 1830 y 1831 “Afiliado Molina al grupo de hombres que
dirigían en Mendoza el partido federal, fue opositor al proyecto de
organización nacional bajo el sistema unitario y tomó participación con tal
motivo, en las contiendas civiles que se desarrollaron por influencia de los
caudillos Juan Facundo Quiroga y José Félix Aldao”, afirma Pedro Caraffa. El general Pedro Molina asumió el
gobierno como delegado del gobernador Juan Corvalán
en el mando de la provincia, el 6 de abril de 1830. Después de la Batalla de Oncativo, donde triunfa el gral.
José María Paz contra Quiroga y Aldao, los gobiernos de Córdoba y de Mendoza
habían celebrado el 3 de abril de 1830
un convenio preliminar de paz y de amistad para poner término a las
hostilidades que existían entre ambas provincias. Zinny asegura que “Don Pedro Molina, delegado de Corvalán desde el 6 de abril, habiendo abandonado el
ejercicio de sus funciones al día siguiente, en vista de la difícil situación
en que se hallaba colocado al contemplar la actitud del pueblo, que, con la
noticia de la llegada de los coroneles
Santiago Albarracín y Luis Videla al Cantón del Retamo, cubriera el camino
hasta la ciudad, de decoraciones para recibir en triunfo a la división de
vanguardia.” Pedro Molina
Gobernador Delegado Empero el gobernador Corvalán negándose a ratificar el convenio, delegó el
mando en Molina y huyó hacia la frontera sur de Mendoza, acompañado de sus
principales adeptos y algunos soldados, a fin de solicitar la protección del
cacique Pincheyra y de los indios a éste unidos,
para hacer resistencia a la división de vanguardia que, bajo las órdenes de
Videla Castillo, estaba próxima a invadir la provincia. El general Molina en vista de la
situación difícil en que se encontraba presentó su renuncia al cargo y se fue
a reunir con Corvalán en el sur. El 28 de abril de 1830 la Sala de Representantes designó a
Videla Castillo gobernador provisional; con él se inició una etapa de
predominio unitario. Bajo el gobierno de Videla Castillo, la provincia de
Mendoza se incorporó a la Liga del Interior, creada por el General Paz en
oposición a la figura e influencia de Juan Manuel de Rosas, gobernador de
Buenos Aires. “En una
nota dirigida al gobierno de Buenos Aires, dando cuenta de su instalación,
las nuevas autoridades afirman haber sido colocadas por el voto unánime de
los habitantes y el apoyo del ejército nacional. La respuesta de Buenos Aires
no se hace esperar y en ella se cuestiona su legitimidad” (Pedro Santos Martínez) “Mendoza
quedó gobernada desde entonces por las fuerzas de Videla Castillo y su
ministro Tomás Godoy Cruz. Los indios del sur capitaneados por el cacique
Coleto, asesinaron en el Chacay, el 11 de junio de
1830 alevosamente al gobernador Corvalán y toda su
comitiva. Sólo se salvaron algunas personas que por previsión no habían
querido ir al campamento de los indios, estando entre ellas el propio Pedro
Molina” (Pedro Caraffa)
Martínez afirma que “No hay documentos oficiales que revelen las complicadas gestiones
que los miembros del gobierno tuvieron con los pincheirinos” Tragedia del Chacay Estos hechos concluyeron con el
sorpresivo ataque al gobernador Corvalán y su
comitiva, el 10 de junio en el Chacay, donde
murieron casi todos, entre ellos el gobernador Corvalán
y Juan Agustín Maza. La noticia de la
tragedia se conoció en el ámbito oficial el día 18 y en la Sala de
Representantes se guardó un silencio absoluto. Defensa de la frontera Desde la década anterior los ataques
indígenas venían arreciando sobre Mendoza, éstos significaban una amenaza
constante sobre las poblaciones y los gobiernos. En el año 1828 se renovó el peligro con las
incursiones de los salvajes acaudillados por Pincheyra,
que llegaron con sus ataques hasta muy cerca de la ciudad de Mendoza. Fue muy acertado el gobierno provincial en
designar al coronel José Félix Aldao Comandante de Frontera, para que al
frente de las fuerzas de San Rafael impidiera el paso de los malones; al
mismo tiempo reforzaba, la defensa de Corocorto,
para impedir ataques por el este. Pero la amenaza del indio no solamente
afectaba a Mendoza, sino también a las demás provincias, que sus fronteras estaban en contacto con los
naturales. Si bien existió la idea de adoptar un plan de guerra ofensiva
interprovincial con la colaboración del gobierno de Chile, no se concretó y
en 1829 el problema se hizo más grave, no solamente por el aumento de los
ataques indígenas sino también por la falta de recursos, por parte de los
gobiernos, ante nuevas invasiones. La villa de San Carlos fue víctima de las
correrías de éstos indios y sus habitantes, temiendo por sus vidas y
haciendas, abandonaron la zona para refugiarse en lugares más seguros. “Mientras la antigua sede
parroquial del Valle de Uco se traslada a la viceparroquia de Nuestra Señora del Rosario en El Retamo”
(Martínez) La guerra cobró numerosas vidas, entre
ellas la del ex Gobernador y Comandante General de Armas José Albino
Gutiérrez, que murió durante la campaña realizada en 1831. “Nuevamente Mendoza y San Juan plantean la necesidad de una guerra
ofensiva y solicitan al general Quiroga, tomarla bajo su dirección. La
campaña de 1833 cristaliza finalmente este anhelo. Simultáneamente con las gestiones cuyanas, durante su primer
gobierno, Rosas presentó a la Legislatura porteña un proyecto para extender
las fronteras hasta el río Negro. El plan primitivo preveía la participación
de Chile y la formación de dos divisiones argentinas que debían operar
conjuntamente en el país de los manzanos. La guerra quedaría bajo la
dirección de Quiroga” (Martínez) “Este tema de las iniciativas provincianas, analizado por De Paoli
en su “Facundo”, tiene importancia como antecedente de la Conquista del
Desierto. Sin embargo, más importante que la originalidad de estos planes es
su realización y con ella tuvo que ver, aunque no en la medida deseada,
Mendoza” (Scalvini) Por problemas internos Chile no
participó en esta campaña, de modo que el plan debió organizarse solamente en
tres columnas encabezadas por el brigadier Juan Manuel de Rosas, como general
encargado de la campaña y a cargo de la columna del este; el general Pascual
Ruíz Huidobro estaba al mando de la columna del centro y el coronel José
Félix Aldao se encargó de la dirección de la columna del oeste. Cada columna
tenía una misión especial, la columna de la derecha, debía avanzar por el sur
de Mendoza entre los ríos Barrancas y Neuquén, en cuya confluencia con el
Limay se reuniría con el ala izquierda. La columna del centro, a las órdenes
de Ruíz Huidobro operaría en la pampa central, empujando los indios hasta el
Colorado, para comunicarse con las otras divisiones. El ala izquierda debía llegar hasta el Colorado y
allí reunidas las tres columnas avanzar por Río Negro. La división de la
derecha al mando del coronel José Félix Aldao, partió en marzo de 1833 desde
el Fuerte de San Carlos. “Después de algunas acciones donde se rescatan cautivos y algunos
miles de cabezas de ganado, la división acampa en Redención del Salado a
esperar la columna del centro. Pero la falta de recursos que padece la
provincia impide reforzar a Aldao. A esto se agrega el regreso de la columna
del centro, detenida por similares obstáculos después del triunfo de las
Acollaradas. Ante tal situación, Quiroga ordena el regreso de la división en
los primeros días de setiembre” (Martínez) “Lo importante es que pese a todas las dificultades, la expedición
fue un verdadero éxito, y que cuando
Rosas licenció a sus tropas con su hermosa arenga de “napostá” no solamente los belicosos indígenas de la
frontera sur habían sufrido un verdadero castigo, se habían recobrado cientos
de cautivos, miles de cabezas de ganado, etc.; sino que se había pacificado
dicha frontera y muchísimas leguas de feroces campos se habían incorporado al
dominio de las diversas provincias confederadas que limitaban con esa
frontera. Una de las favorecidas en todos los aspectos señalados, fue sin
duda la de Mendoza” (Comadrán Ruiz) “La empresa resultó, no obstante, un éxito a tal punto, que cuando
se plantea la expedición al desierto del general Roca, a fines de siglo, este
general escribe al ministro de guerra Adolfo Alsina, lo siguiente: “A mi
juicio, el mejor sistema de concluir con los indios ya sea extinguiéndolos o
arrollándolos del otro lado del río Negro, es el de la guerra ofensiva que es
el mismo seguido por Rosas, quien casi concluyó con ello”... Este pensamiento
de Julio A. Roca ha permitido aseverar a Saldías
que “La conquista del desierto que llevó a cabo Rosas en el año 1833 y la
acción lenta del tiempo, ejercida a través de las continuas correrías del
salvaje, habían acabado con casi todos los indios, cuando nueve mil veteranos
argentinos a las órdenes del general Julio Roca penetraron en esos desiertos
con el objeto de fijar la línea de frontera sobre el río Negro y Neuquén” (Scalvini) Cuando regresó José Félix Aldao y su
división de la Campaña al Desierto, Pedro Molina reconoció sus servicios
ofrecidos y por ley del 23 de diciembre le expidió el título de "Oficial
General al Comandante José Félix Aldao" y le asignó el honor de defender
la provincia contra toda invasión de los indios. De este modo Molina se
sustrajo de la influencia de Aldao y lo alejó del ámbito político, mientras
lo mantenía ocupado en la defensa de la frontera sur. Este hecho le permitió
a Molina rodearse de federales moderados, que actuaron con una actitud más
flexible. Su primera acción de gobierno se
dirigió a tratar de normalizar y recomponer las finanzas del Estado, con la
amortización de las deudas a través de la devolución de empréstitos a los comerciantes, hecho inédito en la
historia provincial. Otra medida importante fue la cancelación de las deudas ocasionadas por el
mantenimiento de las milicias en la frontera, de los curas en la campaña, del
hospital y de las escuelas. A pesar de realizar el pago de estas deudas, las
finanzas de la provincia hacia el año 1834 quedaron con un saldo positivo. “Por ley de la provincia, 8 de enero 1834, el Poder Ejecutivo fue
autorizado para invitar a los gobiernos de los pueblos que componían la
antigua provincia de Cuyo, a fin de que, por medio de una comisión compuesta
de igual número de diputados de cada pueblo, presentase a la sanción de sus
legislaturas el código fundamental que había de regirla. Al mismo tiempo, y
para que esta ley tuviese el efecto deseado, la legislatura ponía bajo la
protección del general Quiroga la grande obra de la organización política de
la nueva provincia de Cuyo” (Zinny). Como un hecho más de su gobierno, en
1834 Molina incitado por el general
Aldao y acompañado por una variada comitiva se dirigió a San Carlos y
Tupungato con el fin de estudiar la posibilidad de dar riego a las ricas
tierras del sur, que permanecían incultas Asesinato de
Juan Facundo Quiroga Tras la muerte de Quiroga, ocurrida en
Barranca Yaco el 22 de febrero de 1835, en Mendoza la clase dirigente asistió
con terror al descalabro institucional que se avecinaba, en tanto que el
pueblo lamentaba dolido la muerte del caudillo. Por otro lado, los exiliados
en Chile iniciaron gestiones directas o por mediación de amigos y parientes
para su retorno. "Con Quiroga desaparece uno de los hombres claves para la organización
de las Provincias Unidas. Su figura es aglutinante y básica para la
pacificación bajo el signo federal. Su muerte revive el fuego unitario y
renacen los conflictos, la guerra civil se reanuda después de muchos años de
tranquilidad" (Cueto) “Molina apenas recibida la noticia,
desaparece de la ciudad y va a reunirse con
Aldao en San Carlos por dos días, a su regreso todos callan y
resuelven espiar los movimientos de Rosas.
Molina inició una política tendiente a evitar la guerra civil, que
hubiera estallado con seguridad a instancias del Gobernador de La Rioja y de
San Juan, si en el gobierno de Mendoza
no se hubiera encontrado Molina, espíritu reflexivo, conciliador, firmemente
resuelto a conservar el orden y mantener su provincia alejada de un posible
conflicto entre Buenos Aires y Santa Fe” (Peña y
Lillo) Relaciones entre
Pedro Molina y Juan Manuel de Rosas Para comprender las relaciones entre
Pedro Molina y Juan Manuel de Rosas, en este primer momento, es importante
conocer el alcance del Tratado económico con Chile, donde aparece el
gobernador de Mendoza no tan subordinado a la autoridad de Buenos Aires. Pero
se muestra por parte de ambos una comprensión de la responsabilidad de su
función ante el pueblo al que gobiernan. “Seguramente por no confiar plenamente en nadie en Mendoza, aborda
aquí de manera distinta el problema. Por otra parte, el gobernador Pedro
Molina goza de gran prestigio en dicha provincia... Lo cierto es que en
Mendoza se conforma con hacer renunciar al ministro Juan de Rosas, a quien
critica haber inspirado aquel convenio particular con Chile y por proteger a los unitarios.
Efectivamente muchos emigrados habían regresado a Mendoza y San Juan” (Segreti) Posteriormente cuando Chile reabrió el
comercio a través de la cordillera, el gobierno de Buenos Aires, representado
por Juan Manuel de Rosas advirtió que no podrá realizarse bajo las bases
establecidas por el Tratado económico de 1835 por carecer de validez. Mendoza
entonces fijó un impuesto provisional a la importación hasta la concreción de
un arreglo definitivo entre ambos países. Pero el bloqueo anglo francés, el
retiro de la legación argentina de Chile por la ocupación del Estrecho con el
cese de las relaciones y la guerra contra el Brasil, impidieron el acuerdo. El 18 de diciembre de 1835 el
gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas publicó la Ley de Aduana
para el año siguiente. “Pocos meses más tarde el gobierno y el grupo dirigente mendocino en
pleno, tendrían oportunidad de exaltar y poner de manifiesto su beneplácito,
ante la aprobación por la H. Legislatura porteña del proyecto enviado por D.
Juan Manuel de Rosas por el cual se disponía el fin de la política de
librecambio en el orden comercial, mediante la “Ley de Aduana”, que no
solamente favorecía a la provincia de Buenos Aires, sino que contemplaba una
serie de aspiraciones de las provincias interiores” (Comadrán
Ruiz) “Mucho más prudente parece la posición mendocina que limita el aplauso a sólo
parte de la ley que establece prohibición de importar. Porque desde hace
muchos años las provincias del Interior vienen haciendo conocer su opinión, sobre
todo Mendoza y San Juan, en el sentido que no es suficiente protección el
aumento de los derechos de importación, sino que debe prohibirse la
introducción de todo artículo que se produzca en el país. Tal el caso de los
vinos y aguardientes que la citada ley precisamente no prohibe
importar” (Segreti) “El segundo momento puede sintetizarse como la reacción unitaria y
los intentos de conspiración contra Molina, cuya consecuencia directa es el
acercamiento de Mendoza al protectorado rosista"
(Cueto) “Molina se ha convencido por sí mismo, de que en su provincia hay
gentes que conspiran contra las autoridades que trabajan para conservar el
orden y la tranquilidad públicas. Coincide con Rosas en acusar a los
unitarios como los enemigos en actividad, que decididos a derrocar las
autoridades existentes en la provincia, encubren sus propósitos con aparentes anhelos de
Constitución, de Congreso General y de organización del país” (Peña y Lillo) “La insurrección del General Rivera, en complot con los unitarios emigrados,
movió al gobernador Pedro Molina a dirigir a la H. Sala un contundente
oficio, 18 de agosto de 1836, en el cual después de lamentarse de que el
pronunciamiento decisivo de los Pueblos de la Confederación no haya decidido
a los Unitarios para deponer sus animosidades y someterse al voto de la
mayoría recalcaba que la experiencia
de los hechos recientes ha demostrado que la lealtad y consideración lejos de
docilizarlos y hacerlos entrar en su deber, sirve
sólo de pábulo a sus maquinaciones, creyendo que tal conducta en los
gobiernos confederados es producida por el temor y la debilidad” (Comadrán
Ruiz) Tras el asesinato de Quiroga en
Barranca Yaco, los sectores unitarios reanudaron sus luchas contra los
federales, éstas no fueron reacciones organizadas sino proyectos aislados y
producto muchas veces de reacciones desesperadas, no obstante pusieron en
peligro los gobiernos y en el caso de Pedro Molina, debió enfrentar dos
intentos. “El unitarismo derrotado no titubeó a trueque de que se expulsara
del poder a los federales, de traicionar a la Patria, gestionando la
desmembración del territorio argentino” (Scalvini) A MODO DE
CONCLUSIÓN Después de haber analizado la
obra de gobierno de Pedro Molina y sus relaciones con don Juan Manuel de
Rosas, podemos concluir afirmando que más allá de los propios intereses
partidarios, el gobernador Pedro Molina se destacó por la defensa de los
intereses mendocinos y del federalismo, como doctrina y como práctica. La defensa de la causa
provincial, coincidiendo o no con los postulados de la política nacional
dirigida desde Buenos Aires, fue la principal característica de su gobierno.
Por otra parte no puede desprenderse su accionar de la relación con los caudillos, las grandes
figuras del momento y los abanderados de la causa federal. Los elementos que más
influyeron en su persona y en su gestión de gobierno fueron principalmente
dos. El primero, la presión ejercida en muchos aspectos por la clase
dirigente mendocina, que llegó incluso hasta lograr su renuncia como
gobernador, el segundo, la preponderancia que adquirió Juan Manuel de Rosas
en el ámbito nacional desde 1831 en adelante, se hizo sentir directamente en
la provincia y obligó muchas veces a Pedro Molina a tener que tomar
definiciones sobre su postura, defendiendo la causa local pero adhiriendo a
los postulados federales. De las obras historiográficas consultadas, independientemente de las distintas escuelas a las que pertenecen, ya sean liberales, federales o revisionistas todas ellas destacan el accionar del gobernador Pedro Molina en la defensa de los intereses locales, más allá de las relaciones con Buenos Aires. En esto toda la bibliografía coincide en caracterizar a Pedro Molina y a todos los gobernadores del período, como gobernadores que fueron audaces defensores de la causa provincial en primer lugar, para dejar en un segundo plano sus lineamientos políticos, ya sean unitarios o federales. |
En
octubre de 1821 el gobernador de la provincia de Mendoza, Tomás Godoy Cruz delegó interinamente el
mando en quien era desde el 22 de
enero su sucesor legal, el hacendado Pedro Molina y Sotomayor. Electo gobernador propietario de la
provincia a fines de octubre de 1821, ejerció el mando desde mayo de 1822
hasta el 29 de abril de 1824, acompañándole sucesivamente en carácter de
ministros secretarios, el licenciado Pedro Nolasco Videla que simpatizaba con
las ideas liberales instaladas en Buenos Aires, personaje que se destacó por
difundir las ideas rivadavianas en su gobierno y en
la provincia y el presbítero José Andrés Pacheco de Melo. Pedro
Molina desarrolló una actividad administrativa excelente durante su gobierno,
en atención al medio, a las circunstancias y a las costumbres tradicionales
de estos pueblos. Después de los
agitados años de 1820-1821, poco a poco va restableciéndose la calma, el
orden y la tranquilidad. En
este momento los problemas más importantes que se presentaron en la provincia
de Mendoza fueron: la unión nacional y el Congreso General; la seguridad en
el tráfico terrestre; la exención o disminución de los derechos de peaje y
protección aduanera para los productos mendocinos. Mientras
fracasaba la tentativa del Congreso de Córdoba, Mendoza, bajo la dirección de
Molina no perdió las esperanzas de llegar a la unión de las provincias y a la
formación de un Congreso y una autoridad que las gobernara. El gobernador Pedro Molina designó al doctor Tomás Godoy Cruz como
representante ante el gobierno de
Buenos Aires, con las siguientes instrucciones: 1. Representar a dicho
gobierno la necesidad de formar un Congreso general de todos los pueblos de
la Unión y propender a su verificativo. 2. Solicitar al mismo tiempo
una declaratoria prohibitiva de todo comercio naval que pueda hacerse de los
frutos y productos del Paraguay y
demás pueblos de la Unión, por la mar del Sur. 3. Propender a la remoción de
todo embarazo que pueda ofrecerse al tráfico en el tránsito desde aquella
hasta ésta plaza. Pero
la gestión que realizó Godoy Cruz no sólo se vio fracasada en lo relativo a
convocar un Congreso Convencional, también fracasó la posibilidad de la
incorporación de Mendoza a Buenos Aires y finalmente cuando se trató lo referente a la protección de los
productos cuyanos, o mejor dicho la rebaja de los impuestos aduaneros de
Buenos Aires sobre los productos cuyanos, entonces se planteó que la provincia de Mendoza podía recabar del
gobierno de Chile un mejor tratamiento sobre los productos cuyanos. En julio
de 1822 el doctor Tomás Godoy Cruz daba cuentas al gobernador de Mendoza, del fracaso de su
misión y regresó. El
historiador Silvestre Peña y Lillo elaboró el siguiente juicio sobre la
actitud centralista de Buenos Aires en detrimento de las provincias cuyanas: “Mendoza
era para los hombres de Buenos Aires una provincia extranjera que debía pedir
protección y socorro para su comercio a la República de Chile”
El
doctor Adolfo Cueto y el doctor Pedro
Santos Martínez a continuación emiten un juicio sobre la actitud centralista
de la política de los gobernadores de Buenos Aires: “Mendoza
no escapa al enfrentamiento que se produce en el ámbito nacional entre
unitarios y federales, brindando su apoyo al Congreso de 1824. Pero esa lucha
se extiende también a los distintos ámbitos de la administración del Estado,
llegando principalmente al educativo y religioso. La influencia rivadaviana en
Molina a través del ministro Nolasco Videla alcanza uno de los momentos de
mayor auge con la introducción de las reformas liberales en el orden
eclesiástico.”
“La
sugerencia porteña es rechazada y Mendoza decide acordar con las otras dos
provincias el modo de llegar a la organización. El 22 de agosto de 1822, el
Pacto de San Miguel de las Lagunas establece invitar a las demás provincias
para concurrir a San Luis antes de diciembre de ese año para que, reunidos en
Congreso, establezcan el sistema de gobierno.”
Política educativa
En
materia de educación hacia el año 1822 el Sistema Lancasteriano era una
novedad por su aplicación con éxito en Inglaterra y luego en Colombia, el gobernador Molina
entusiasmado por los resultados
favorables que presentaba este método de enseñanza mutua, propuso difundirlo
en Mendoza y aplicarlo en el Colegio de la Santísima Trinidad. “En
Mendoza tuvieron resonancia las ideas renovadoras de Rivadavia en materia de
educación. Molina estableció por
decreto del 9 de agosto de 1822 y “para asegurar aquellas garantías que deben
dispensar al progreso de las luces, dejando así expuestas la sana moral y
dogmas católicos que forman la religión del país”, una Comisión para el
Colegio de la Santísima Trinidad que denominó Junta Regente Protectora del
Colegio, que procedió a su reorganización” (Scalvini)
“El
gobernador Molina crea una Junta Regente Protectora del Colegio, formada por
cinco literatos: el cura José Godoy, Licenciado Manuel Ignacio Molina, Pedro
Nolasco Ortíz, Manuel Calle y Nicolás Villanueva.
Esta Junta o Comisión debía organizar el Colegio de la Santísima Trinidad,
presentar un plan de estudios y financiar la administración del colegio”
(Peña y Lillo)
Esta
Junta debía también organizar las clases, designar a los principales
profesores en los que se destacó la presencia de Juan Crisóstomo Lafinur. Al
organizarse el Colegio se dispuso la creación de la Imprenta Lancasteriana,
que estuvo bajo la dirección de don Nicolás Villanueva y del profesor Lafinur, en ella se publicaron los textos necesarios para
la educación en el Colegio. Pero también se publicó el recientemente creado
Registro Ministerial, órgano mediante el cual se publicaban los actos de
gobierno y las leyes sancionadas por la H. Sala de
Representantes. “Las
ideas rivadavianas tienen en el gobernador Pedro
Molina profunda influencia. Introduce reformas liberales referentes al clero,
sostenidas y apoyadas con entusiasmo desde las columnas de “El Verdadero
Amigo del País”. Pero estas reformas son combatidas por el periódico “El
Orden”, fundado y redactado por el dominico padre Torres” (Scalvini)
La
presencia de las ideas liberales se desarrolló sin oposición en Mendoza, la
prensa mendocina tomó partido de estas ideas a través del periódico El
Verdadero Amigo del País, bajo la dirección de Juan Crisóstomo Lafinur y Nicolás Villanueva, apoyando decididamente las
reformas del gobernador Molina. Mientras que a través de las páginas de El
Orden, se escuchó la resistencia a través de la voz del dominico Torres, que
acusaba al grupo de ilustrados mendocinos representados por Lafinur y su periódico como anárquicos y revolucionarios.
Estas críticas suscitaron la
irritación del Cabildo, que solicitó ante la H. Sala
de Representantes que se expulsara a Lafinur de la
provincia. “Lafinur es separado del Colegio y se trasladó a Chile. Pero con la
intransigencia de los miembros del Cabildo, las intrigas del Cura Andrade
Vice Rector del Colegio y la mala postura del gobernador Pedro Molina, el
colegio quedó herido de muerte y condenado a desaparecer. El 17 de setiembre de 1822 el gobernador
Molina ordena el cierre del Colegio de la Santísima Trinidad, como Instituto
de enseñanza superior, quedando reducido a Escuela de Enseñanza Primaria” (Peña y Lillo)
En
diciembre de 1823 el ministro secretario Pedro Nolasco Videla fue reemplazado
por el presbítero José Andrés Pacheco de Melo, esto significó un cambio
profundo en la orientación del gobierno liberal de Molina, donde el clero
retomaba sus fuerzas nuevamente y se veía representado también en el
gobierno. Por acción del nuevo ministro, el 24 de enero de 1824 se cambió la
denominación de "Gobernador Intendente" por la de Gobernador de la
Provincia.
Sala de Representantes
Durante el gobierno de Pedro Molina se aumentó el número de miembros
de la Sala de Representantes y se consolidó el Poder Judicial, al crearse el
Tribunal de la Cámara de Justicia o Cámara de Apelaciones, formada por cinco
jurisconsultos y un fiscal. Los miembros de dicho Tribunal no tenían
dependencia del Poder Ejecutivo y el nombramiento del fiscal lo realizaba el
Tribunal en cada caso en particular. Defensa y avance de la
frontera sur
Mendoza
comprendió la ineficiencia de la campaña defensiva de Buenos Aires, como
también lo eran las campañas aisladas que efectuaban otras provincias, entre
las que se cuenta a la misma Mendoza, en defensa de sus fronteras. Tanto que
al corretear a los nativos no más allá de sus límites, no se hacía otra cosa
que envalentonarlos, dejando subsistente el peligro de malones. Por
iniciativa del gobernador Pedro Molina que se dirigió al gobernador de Buenos
Aires, el 8 de enero de 1823, proponiéndole realizar una campaña general de todos las provincias que tenían fronteras limítrofes con
los salvajes para abatirlos, destruirlos o desterrarlos definitivamente y
conquistar el resto del país. Ofrecía
además, por parte de Mendoza, contribuir a la campaña con 1.000 hombres y el
equipamiento necesario. “Buenos
Aires contesta complacida, el 22 de enero de 1823, aceptando la idea y que va
a iniciar la expedición contra los indios el 1 de marzo. Que la división de
Buenos Aires con 3.000 hombres partirá desde Guardia del Monte junto a una de
Santa Fe, con 1.000 hombres que partirá desde Guardia de Melincué.
El objetivo de estas dos divisiones era batir a los indios en toda la
extensión de las Sierras del Tandil y de la Ventana para escarmentar a los
salvajes y asegurar sus fronteras de futuros malones.
Continúa
la nota diciendo, que los salvajes huirán hacia la frontera de las provincias
vecinas, donde espera que las fuerzas de Mendoza se pongan en camino para la
fecha indicada y puedan evitar los males que la amenazan y vencerlos” (Peña y Lillo).
La
respuesta del gobernador Pedro Molina
a la propuesta recibida desde
Buenos Aires, no se hizo esperar y el 8 de febrero le expresaba que: “...si
bien se lisonjea de la buena acogida que ha merecido su iniciativa de una
campaña nacional contra los indios; debe lamentar el plazo angustioso que se
fija para iniciarlo y que no se haya invitado a participar en la expedición a
Córdoba y San Luis; y que no se haya reparado en el hecho de que Mendoza no
puede mandar sus hombres a una muerte segura, ante un enemigo superior y en un
vasto desierto...” (Peña
y Lillo)
Así
termina esta brillante iniciativa mendocina para realizar una campaña
interprovincial contra los indios, nuevamente ahogada por los intereses de
Buenos Aires y su política
centralista.
Participación en Congreso de
Córdoba
Los
obstáculos que Buenos Aires puso al Congreso de Córdoba tenían como finalidad
centrar la atención nuevamente en ella, para poder manejar de este modo las
redes políticas con el interior. Es por ello que el gobierno de Buenos Aires
designó al doctor Diego Zavaleta como Diputado Comisionado para invitar a las
provincias de Cuyo a un Congreso General Constituyente, con sede en Buenos
Aires. “No bien acababa de
desalentar la iniciativa cuyana, el gobierno porteño decide convocar un
Congreso en virtud del tratado del Cuadrilátero. La invitación llega por
intermedio del deán Diego Zavaleta y Mendoza compromete su participación” (Martínez) Zavaleta
se dirigió primero a tratar de
conquistar las provincias de San Luis y San Juan, ya que Mendoza había tenido
una participación importante en el Congreso de Córdoba y temía por su
rechazo. “En
Mendoza se admiraban las reformas de Rivadavia, pero se desconfiaba de sus
aspiraciones políticas. El 30 de mayo recibe esta provincia la comunicación
de Buenos Aires sobre la misión Zavaleta, pero Molina eleva toda la
documentación a la H. Junta de Representantes recién
el 17 de octubre. Junto al proyecto del Congreso trae Zavaleta una nota
circular enviada por Comisionados de Su Majestad Católica para procurar un
entendimiento con las provincias de América, independiente de hecho y
reanudar las relaciones comerciales que se hallaban interrumpidas. Mendoza
acepta la Convención que se proyecta, pero con objeciones” (Scalvini)
En
cuanto a la reunión de un Congreso, el gobernador Pedro Molina propuso su
aceptación ante la Sala de Representantes, debido a que un año antes se había
firmado el Tratado de San Miguel de las Lagunas como un nuevo intento de
unión de las provincias cuyanas. “Mendoza
fue una de las provincias que, en Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes,
Santiago del Estero, La Rioja, Salta, San Juan, San Luis y Banda Oriental
proyectaron una confederación de acuerdo con Dorrego, formando entre sí una
liga ofensiva y defensiva contra Buenos Aires, y convinieron en desechar la
formada sobre la base del sistema de unidad, que estaba en oposición a la
voluntad general de las provincias y contra el cual se habían pronunciado
ellas” (Zinny)
Influencia de Facundo Quiroga
en Cuyo
A fines de mayo de 1823 el gobernador de La Rioja, de tendencia
unitaria, logro interesar al gobernador de Mendoza, Pedro Molina para que
interviniera en una guerra contra el caudillo riojano Juan Facundo Quiroga
para derrocarlo. Pero no acertó con la persona adecuada, ya que Pedro Molina
en estos momentos aparece como el “campeón
en Cuyo de la unidad nacional y de la organización del país”, por lo
tanto no se iba a involucrar en un conflicto de esta categoría, ni traicionar
a un caudillo como era Quiroga, que merecía el respeto y admiración de Molina. No obstante, Pedro Molina designó como Comisionado para negociar y
encontrar una solución a este conflicto, en la provincia de La Rioja a Manuel
Corvalán. De las negociaciones salió engrandecida la figura de Juan Facundo
Quiroga, que tomó desde entonces carta de ciudadanía en Mendoza, como
caudillo de fuste.
Regreso del coronel José
Félix Aldao
En
el mes de mayo, regresa a Mendoza el coronel José Félix Aldao, que había sido
expatriado por el gobernador Tomás Godoy Cruz, amparado por el gobernador Pedro Molina
cuyo temperamento conciliador se mostró favorable a su regreso. En junio la
Sala de Representantes declaró libre de toda responsabilidad al coronel José
Félix Aldao, desde este momento, puede decirse que reinician su actuación en
Mendoza, los hermanos Aldao. “Tiene
una conducta seguida como promotor de la unidad nacional y del Congreso
General, como autor del Pacto de las Lagunas, de la campaña interprovincial
contra los indios, como gestor primero de un régimen proteccionista para los
productos de Cuyo, como ejecutor de la reforma eclesiástica, de la reforma
educacional y de la reforma electoral en Mendoza. Lo combatió el fanatismo y
sufrió sus consecuencias” (Peña
y Lillo)
Política económica y crisis
monetaria
En
el aspecto económico a pesar de continuar en un principio con las medidas
tomadas por su antecesor, realizó un manejo discrecional y parcial de los
fondos públicos provocando un desequilibrio en el control fiscal, sumado a la
crítica situación en que se encontraba la economía provincial. A
fines de 1822 empezó a sentirse en toda la provincia una escasez de
numerario, que causaba graves dificultares al comercio y a los gastos de
orden económico y menudo de las familias, llegando al extremo de abusarse
escandalosamente de la falsificación de la moneda cortada española de la
época colonial. “El 2 de agosto de 1823, se promulgó por el gobernador Molina, la ley
sancionada el 5 de julio, sobre la amonedación de oro y plata de cordón, en
la Casa de Moneda de Mendoza, según el modelo de la nacional en su peso, ley,
diámetro y signo, llevando las iniciales de Mendoza” (Zinny)
Esta
crisis económica se atribuyó a la paralización de las operaciones comerciales
con Buenos Aires y las demás provincias del litoral a consecuencia de los derechos de tránsito
prohibitivos y la política aduanera del litoral, de puertos abiertos a la
introducción de productos extranjeros similares a los de producción cuyana,
del mal estado en que se hallaban los caminos, inseguros por las continuas
invasiones de los indios de la pampa y por las pocas transacciones que se
efectuaban con Chile, absorbida por la guerra de la independencia. "La
crisis se fundamenta en la política: la desprotección de Buenos Aires y el
Litoral hacia el resto de las provincias, respecto al libre comercio y la
política aduanera; las pérdidas por el maloqueo y asaltos en el tráfico
comercial; las consecuencias de la formación del Ejército de los Andes y los
gastos por la independencia de Chile; la pérdida del mercado chileno al
abrirse al Pacífico después de Maipú. Todos estos factores conducen a la
falta de transacciones comerciales y por ende a la falta de circulante en la
provincia" (Cueto)
Molina
se decidió a establecer por ley de la Sala de Representantes, un cuño para
amonedar pesetas y cuartos de plata cortada, para solucionar el conflicto
monetario y facilitar transacciones en los mercados de la provincia. Pero
este cuño había sido abierto sin ninguna garantía contra la falsificación y
el abuso de la adulteración de la moneda se siguió desmedidamente. La H. Legislatura para contenerlo se propuso emplear en la
acuñación un tipo difícil de ser imitado por los falsificadores y sancionó en
julio de 1823 que se acuñase moneda de oro y plata de cordón, según el modelo
de la nacional en su peso, ley, diámetro y signo, llevando las iniciales de
Mendoza. Pero que no se cumplió por los numerosos gastos que requería su
ejecución. “La falta de circulante condujo a la falsificación de moneda y en esta
actividad ilegal se involucraron comerciantes y hacendados de Mendoza. Al
aumentar considerablemente la cantidad de moneda falsificada circulante, se
produjo un desequilibrio económico que generó una reacción general, por la
cual el 29 de abril de 1824 el Cabildo depuso al gobernador Molina” (Cueto)
“Entre
tanto el conflicto monetario aumentaba a pesar de todas las medidas que se
tomaban no se podía evitar la falsificación de la moneda y el pueblo
exasperado se lanzó a la revolución. Molina interpretaba el descontento en
que se hallaba el pueblo debido a la resolución de la H. Legislatura de
extinguir la moneda provincial, mandándola a cambiar por la moneda nacional
con pérdida de un 12 % por parte de los poseedores” (Caraffa)
“Las
diferencias que separan al gobernador Molina del Cabildo y del partido
católico, motivadas por el Colegio y por la reforma eclesiástica, hacen que
el partido católico avive los odios contra el gobierno y determine su caída,
utilizando la crisis y carencia de moneda circulante como arma decisiva” (Peña y Lillo)
Destitución del gobernador Pedro Molina
El 29 de
abril de 1824 una Junta popular encabezada por el doctor Juan Agustín Maza,
se presentó al Cabildo pidiendo la separación inmediata del gobernador
Molina, en vista de la situación deplorable en que había dejado postrar la
provincia, por la adulteración de la moneda, que reportaba la ruina total de
la fortuna pública y privada. Mientras tanto, Pedro Molina había quedado
sitiado en su propia casa y desamparado por las fuerzas de la provincia que
no le prestan auxilio. “Se reunió
un Cabildo Abierto que invitó al gobernador Molina para presentar allí sus
descargos contra la acusación que el pueblo le hacía. Molina se resistió a
concurrir a la Sala Capitular y el pueblo resolvió a pluralidad de votos,
destituirle del mando de la provincia y proceder inmediatamente a elegir un
gobernador interino. En dicha reunión se procedió a proclamar el nuevo régimen de gobierno: un
triunvirato, cuya elección recayó en los ciudadanos Juan Agustín Maza,
Buenaventura Aragón y Juan Agustín Videla, quienes juraron ante el Cabildo y
tomaron posesión del cargo” (Caraffa)
El
gobierno del Triunvirato en Mendoza duró solamente un día, la Sala de
Representantes declaró violento e injusto aquel acto y repuso en posesión
legítima del Poder Ejecutivo al gobernador Pedro Molina, apoyado por la
mayoría de su partido y por la Sala de Representantes. Como resultado de la
reposición de Molina en el gobierno se restableció el orden. Pedro Molina gobernó con la discreción y
templanza que lo caracterizaron y se preparó para retirarse del gobierno,
pero ya en forma definitiva y por su propia voluntad. El 4 de junio de 1824
presentó su renuncia a la Sala de Representantes, que le aceptaron y
procedieron a elegir como nuevo gobernador propietario, al general José
Albino Gutiérrez.
Facundo Quiroga y la Batalla
Rodeo del Chacón
Esta
situación no tuvo larga duración porque el general Juan Facundo Quiroga
avanzó sobre Cuyo, enfrentó al coronel Videla Castillo en Rodeo del Chacón,
el 28 de marzo de 1831 y terminó con el predominio unitario. Las provincias
de Cuyo volvieron a estar signadas por el federalismo bajo la órbita casi
exclusiva de Quiroga, se inicia lo que Edmundo Correas denomina “su segunda hegemonía en Cuyo”. “Así
terminó la segunda incursión de los unitarios en campos de Cuyo, dejando
encendido un reguero de odios, atizando más aún los que ya existían sin haber
hecho la más mínima gestión en pro de esa pacificación que invocara Videla
Castillo al llegar a Mendoza... Se inicia aquí el predominio federal y la
lucha a muerte entre unitarios y federales” (Jorge Scalvini)
“Escribe Ravignani que el período que se inicia en 1831,
estando Rosas en el gobierno tiene para nuestro porvenir como nación
constituida, su desenlace en 1853 con la constitución nacional. Período
constructivo en el que, mediante la cual se organiza prácticamente un pueblo.
Y agrega que la política unitaria, sin visión de la realidad fue un mal
contra la democracia, dio vida al federalismo y el ejercicio de los
principios federales produjo la organización” (Jorge Scalvini)
En
julio de 1831 el gobernador de Córdoba, José Roque Funes comunicó al
gobernador de Mendoza, que su provincia había decidido incorporarse al Pacto
Federal y por consiguiente designó un comisionado para que firmara la
adhesión de Córdoba al mismo, aprovechó también para invitar a Mendoza a
secundarlo en su actitud.
Mendoza se
incorpora al Pacto Federal
Los trámites para la incorporación de Mendoza al Pacto Federal
culminaron con la designación del coronel Manuel Corvalán
como diputado ante la Comisión Representativa. A fines de noviembre Corvalán fue aceptado por la Comisión Representativa y se
fijó el día 4 de febrero de 1832 como fecha para efectivizar la firma e
incorporación de Mendoza al Pacto Federal.
Posteriormente, el 30 de abril con la firma del gobernador Pedro
Molina y de José Santos Ortíz, la provincia de
Mendoza, ratificó la adhesión ejecutada por Corvalán,
asumiendo los compromisos y obligaciones. “La participación de Mendoza en el Pacto Federal
es el hecho político más destacado de esta época. Por él la provincia
contribuye al sostén e integridad de la Confederación Argentina y prepara el
camino de su organización definitiva” (Pedro Santos Martínez)
“El diputado Corvalán se
incorpora a la Comisión Representativa y Mendoza se adhiere al Pacto Federal
que vinculará a las provincias, desde el punto de vista institucional,
durante la época de Rosas. En 1852 este Pacto será ratificado, en el Acuerdo
de San Nicolás de los Arroyos” (Jorge Scalvini)
SEGUNDO GOBIERNO DE PEDRO
MOLINA 1833-1835
Los
sucesos que posteriormente dieron por resultado la restauración del poder de
Quiroga y de Aldao en Mendoza, llevaron de nuevo a la primera magistratura al
general Pedro Molina. Quien después de
estar algunos meses en el gobierno interino, desde setiembre de 1832 hasta
enero de 1834, fue designado gobernador titular el 15 de diciembre de 1834. Adolfo
Cueto asegura que: “Molina no es improvisado, todos lo
recuerdan en su primer gobierno 1822-1824 y aunque había dejado el cargo en
medio de una convulsión motivada por la falsificación de moneda, todos lo
recuerdan con un saldo positivo durante su administración. Se lo reconoce
como una personalidad notable, es uno
de los principales dirigentes federales en Mendoza y es conocida su
inclinación por Juan Facundo Quiroga, José Félix Aldao y Juan Manuel de
Rosas. Es decir por su capacidad e inteligencia para manejar el gobierno y
por su relación con los hombres fuertes, tanto en el ámbito provincial como
nacional, no cabe duda que es el hombre más indicado para dirigir los
destinos de la provincia. Además es importante destacar que Molina tiene
personalidad y capacidad de decisión propia, generando un gobierno
constructivo y consolidado de numerosas obras y acciones que identifican a
Mendoza.”
. Principales
realizaciones durante su gobierno
Su gobierno se caracterizó
por restablecer los distintos servicios del Estado y dar participación
en el manejo y dirección de los negocios públicos al mayor número de hombres
capacitados. Se destacó además por el orden y normalización de su
administración. Organizó de un modo práctico
el Departamento de Policía y la administración de la Justicia, por
medio de leyes y reglamentos. Dotó de jueces inferiores las Subdelegaciones,
cuidó el buen servicio de Policía de
Campaña, para evitar crímenes y perseguir a los vagos y vagabundos. Sancionó
y publicó una ley de límites de la provincia de Mendoza, el Reglamento de Estancias y el Reglamento
de Administración de la Provincia de Mendoza, en setiembre de 1834. “Se preocupó también por la promoción de la
justicia, por mejorar la administración pública, creando nuevas escuelas, por
la limpieza de la ciudad, por el mejoramiento y ordenamiento edilicio público
con la construcción de puentes, de infraestructura general y denominación de
calles. Todas estas medidas impactan en la población, pues otorgan un
mejoramiento relativo en momentos tan críticos para la vida política
nacional" (Cueto)
Una ley de la Sala de Representantes estableció en 1834 que: “...el papel sellado que había de servir
al despacho público, fue reformado, desde el año 1834 consignando en el
ámbito exterior de la elipse que forma el escudo con las armas patrias, la
inscripción siguiente: la gratitud de Mendoza al Señor Rosas” (Zinny).
El gobierno de Molina tocó a su término y el 10 de febrero de 1835
presentó ante la Sala de Representantes el mensaje dando cuenta de su gestión
administrativa frente al Poder Ejecutivo. “Recuerda Molina a la H. Sala que en el mes de
marzo se debe elegir el gobernador que lo reemplace y termina haciendo votos
para que la provincia mantenga su orden interior” (Peña y Lillo)
Después de presentar la
renuncia Pedro Molina, se reunió la Asamblea para elegir el nuevo gobernador
de la provincia, y sobre un total de
39 votos, 37 eran por la reelección de Pedro Molina.
TERCER GOBIERNO DE PEDRO
MOLINA 1835-1838
El
gobierno de Pedro Molina fue progresista y contemporizador, no sorprende
entonces su reelección por parte de la H. Sala por
un período más. Pero durante su tercer gobierno 1835-1838 si bien mantuvo los
lineamientos generales de su gobierno, se vio afectado por el fallecimiento
del gral. Juan Facundo Quiroga, que produjo un
golpe serio en su administración.
Obra de
gobierno
De este modo Pedro Molina desarrolló su pensamiento que se basaba en
que a Buenos Aires le correspondía prender y castigar a los asesinos de
Quiroga, mientras que las restantes provincias debían preocuparse por
conservar el orden interno. Molina con su intervención aquietó los espíritus
de las provincias de Cuyo y de La Rioja, que después del asesinato quedaron
fuertemente conmovidas. “A partir de este año el poder de Rosas se
hace incontrastable y los gobiernos de provincia serían absorbidos por su
voluntad”
(Peña y Lillo)
“Desaparecido Quiroga, ninguna figura puede ocupar
su lugar. Esto como es de imaginar, facilita grandemente los planes de Rosas.
El hecho de que ninguna otra figura lidere el Interior está diciendo a las
claras de los malos momentos por los que está pasando y esta situación sabrá
ser aprovechada por Rosas en las medidas de las necesidades de su objetivo
final”
(Segreti)
El gobierno de Pedro Molina, estuvo marcado con la impronta que la
figura de Rosas imprimió para toda la Confederación. Se pueden distinguir
claramente dos momentos, el primero a comienzos de 1835, identificado por una
actitud independiente de la autoridad porteña, cuyo hecho más significativo
fue la firma del Tratado económico con la República de Chile. El segundo
momento de 1836 a 1838, se caracterizó por las reacciones unitarias y la
presión de Rosas que obligaron al gobernador
Molina a tomar una decisión más ortodoxa, más fiel y vertical hacia el
federalismo de Rosas, aunque manteniendo cierta autonomía.
Tratado económico con Chile
El
año 1835 se inició amenazador para la industria y la economía de Mendoza, por
el aumento de los impuestos de tránsito, sancionados por las provincias de
Córdoba y San Luis. De este modo, Pedro Molina debió ocuparse de
contrarrestar la política económica de las provincias limítrofes y reiniciar
antiguas gestiones ante el gobierno de Chile, a fin de abrir por ese lado un
mercado a los productos cuyanos. Pedro
Molina se dirigió ante el Presidente de la República de Chile presentándole
al enviado y representante por Mendoza, Sr. Juan de Rosas designado
comisionado para tratar y convenir con
ese gobierno asuntos de interés comercial y económico, que favorecieran a
ambas partes. “Según
el juicio de Molina todas las provincias marchan a la ruina, sin numerario,
sin poder exportar el sobrante de sus productos, ni dentro ni fuera de la
República; forzosamente caen sus naturales en el robo, el asesinato y la
desesperación como una consecuencia de tan violento estado... Este
convencimiento obliga a Molina a entrar en relación con la República de Chile”
(Peña y
Lillo)
El
Tratado Económico firmado con Chile, el 3 de abril de 1835 en Santiago, fue
ratificado por la Sala de Representantes de Mendoza, el 19 de junio. El
propósito de esta negociación era enfrentar la crisis de la industria local y
revertir las consecuencias del exclusivismo comercial del puerto de Buenos
Aires. “Establece un impuesto del 6% para las
producciones naturales e industriales de las provincias cuyanas en Chile y
viceversa. De esta cláusula se exceptúan los vinos que son también producidos
en Chile. Los efectos extranjeros que se introduzcan desde el país trasandino
pagan los mismos impuestos que los que entran por puertos argentinos. En los
restantes impuestos hay total reciprocidad” (Martínez)
En
principio el Tratado económico firmado con Chile desconocía el artículo nº 4
del Pacto Federal de 1831, por el cual: "se comprometen a no oír ni hacer
proposiciones, ni celebrar tratado alguno particular, una provincia por si
sola con otra de las territoriales, ni con ningún otro gobierno, sin previo
advenimiento expreso de las demás provincias que forman la presente
federación."
Molina
defendió su postura ante al gobernador de Buenos Aires, respondiendo que su
obligación para con el pueblo era sacarlo de la miseria en que se encontraba
y para ello debía proteger la industria local. Es importante resaltar que
Pedro Molina fue consciente de su dependencia y ligazón al gobernador Juan
Manuel de Rosas, por lo que tuvo especial cuidado en las instrucciones que le
dio al enviado don Juan de Rosas, de prevenirle específicamente: “Que
en sus negociaciones atienda siempre a que la balanza se incline a favor del
comercio con Buenos Aires. Molina considera justo preferir a Buenos Aires,
pero considera justa también una compensación por parte de Buenos Aires” (Peña y Lillo)
Levantamientos y
conspiraciones unitarias
La
primera sublevación tenía que estallar el 27 de mayo de 1835. Tenía como
objetivo asesinar al gobernador y a sus seguidores, pero fue descubierta
antes de estallar. Esto permitió
apresar a Alejo Cuitiño, Andrés Cornejo,
Franco Sánchez y Domingo Barrera, los cabecillas que fueron juzgados y
condenados, Cuitiño a muerte y el resto a trabajos
forzados. El
segundo levantamiento se gestó en San Juan y su mentor fue el Ministro José
Domingo de Oro, unitario disfrazado de federal, éste levantamiento debía
estallar en varias ciudades simultáneamente. Su objetivo tras la muerte de
los jefes federales era tomar el poder y dar una Constitución. Este
levantamiento terminó con el proceso y fusilamiento del coronel Lorenzo Barcala, calificado como la cabeza del movimiento para
derrocar al gobernador Molina. Lorenzo Barcala que
se había refugiado en San Juan fue trasladado prisionero a Mendoza, se inició
el proceso y el juicio determinó su
fusilamiento el 1 de agosto de 1836. “Descubierto
por el gobernador Molina un plan de conspiración proyectado por el coronel
Lorenzo Barcala y requerida la persona de éste del
gobierno de San Juan, fue capturado y remitido bajo segura custodia a
disposición de aquél. Molina lo sometió a una comisión militar compuesta del
coronel José V. Godoy, presidente, coronel Jorge Velasco, tenientes coroneles
Patricio Luna, Estanislao Recabarren, José Santos
Ramírez y Victorino Corvalán y sargento mayor
Manuel Maza. Juzgado y sentenciado a ser pasado por las armas, la ejecución
de Barcala se verificó a las once del día 1º
de agosto de 1835, en la plaza de la
ciudad de Mendoza” (Zinny)
“Las
conspiraciones descubiertas en Mendoza son un llamado de atención para Pedro
Molina, a lo que se suma una reconversión de Rosas pidiéndole acordar su
marcha con la de los gobiernos de la Confederación. A partir de ese momento,
el mandatario mendocino se adhiere a la política del porteño” (Martínez)
“Estos
planes no podían ser de carácter más infantil y faltos de una base en qué
fundamentarlos, aunque reconocer que había tras de él una mano oculta que
aconsejaba al pobre emigrado, lanzándolo en tan arriesgada aventura y éste no
podía ser otro que Don Domingo de Oro, hombre avezado en ese género de enredos,
que no tardó en huir de su provincia, de temor de caer en manos de Rosas, de
quien había sido secretario” (Scalvini)
Pero
después de estos dos levantamientos que fueron sofocados, la férrea actitud
de Rosas comenzó a hacerse sentir, algunas veces por la vía diplomática y
otras por la vía coercitiva. De aquí en más las provincias comenzaron a
mostrar un creciente nivel de hegemonía y a partir del 12 de setiembre la
influencia de Rosas en Mendoza se manifestó al imponerse el uso de la
escarapela bicolor y el cintillo punzó, por medio de un decreto del
gobernador:
Tendencia federal y
reconocimiento al Gobernador de Buenos Aires
El
gobernador Molina reconoció al gobernador de Buenos Aires, el grado de
Brigadier General y le otorgó la representación general de las relaciones
exteriores. Una ley de la H. Sala del 20 de agosto
de 1836 oficializó este reconocimiento al erigirlo "Jefe supremo de la
Nación", en razón del conflicto con Montevideo. “Quién
podría reconocer al Gobernador Molina de los años 1823-1824 o de 1834 y 1835,
frente al rosista de los años 1836 y 1837. Para que
Rosas no dude de la absoluta subordinación de la provincia de Mendoza, el 9
de setiembre de 1837 ratifican la H. Legislatura y el Poder Ejecutivo los
amplios poderes que se habían otorgado al Gobernador de Buenos Aires el 30 de
setiembre de 1827 y el 9 de agosto de 1831 para mantener la paz, hacer la
guerra y entretener las relaciones exteriores, pudiendo expedirse libremente
y con toda la plenitud de facultades necesarias para salvar a los pueblos confederados, en
la crisis actual” (Peña
y Lillo)
En
todo este ámbito de conflicto la preocupación por la obra pública, la recaudación del Estado y las
mejoras en las condiciones de vida de la población alcanzaron un buen grado
de desarrollo. Pero por sobre todo hay dos asuntos que merecieron la atención
especial de Molina en este gobierno. Uno fue la defensa contra los indios y
el otro, la lucha incesante por conseguir el Obispado de Mendoza.
Política defensiva
Desde
que el general José Félix Aldao se había hecho cargo de la Comandancia
General de Armas de la Provincia y fijado su residencia en San Carlos,
Mendoza descansaba de las invasiones de los indios que se contentaban con
asolar las fronteras de San Luis y de Córdoba y aún también los caminos de
Buenos Aires. El
general Aldao se había ganado el miedo y el respeto de estos salvajes, por su
actuación en la Campaña al Desierto de 1833 y por varios encuentros que había
tenido con los indígenas, donde había
actuado con severidad para castigar pero también demostrado su generosidad
para con los que se le sometían pacíficamente, un ejemplo eran Goyco y su tribu. “Sólo el nombre de Aldao
infundía temor entre los salvajes, más tal vez que el de Rosas, de modo que
no se acercaban a las proximidades de sus campos. Era la sola presencia de
Aldao la que garantizaba a Mendoza días de seguridad contra aquel formidable
enemigo” (Peña y Lillo).
La
lucha contra los indios del sur de Mendoza fue exitosa por el resultado de la
obra conjunta del general Aldao y del gobernador Pedro Molina, que tuvo el
acierto de ubicar a aquel en la frontera como Comandante General de Armas de
la provincia a su regreso de la campaña al Desierto, adjudicándole la
responsabilidad de defender la provincia contra las invasiones de indios.
Pero también fue mérito de Aldao que con lealtad y valentía cumplió en todo
momento la misión que se le había confiado.
Regreso de
la Compañía de Jesús
En el año 1837 dos
acontecimientos de carácter religioso tienen lugar. El primero, siguiendo la
postura del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, el 18 de mayo
de 1837 Pedro Molina dispuso el
restablecimiento de la Orden de la Compañía de Jesús en Mendoza, se le
otorgaron los capitales, templos, potreros, viñas y hacienda que pertenecían
a los ex agustinos.
Creación del Obispado de Cuyo
en San Juan
El
segundo acontecimiento se produjo a fines de este año, cuando el gobernador
Molina gestionó ante el Vaticano por la creación de un Obispado en Mendoza.
Pero el 19 de setiembre de 1834 el Papa Gregorio XVI expidió la Bula de creación de la Diócesis
de Cuyo, sufragánea de Charcas y con jurisdicción sobre las tres ciudades. La
Iglesia Parroquial de San José de la capital sanjuanina fue elevada a Catedral
y designando como Obispo Diocesano y
Pastor de Cuyo al vicario fray Justo Santa María de Oro. A pesar de los incesantes pedidos del
gobierno de Pedro Molina ante la Santa Sede, pidiendo el traslado de la sede
del Obispado a Mendoza, nada se logró. Esta
situación despertó los celos de católicos y autoridades de Mendoza que
objetaron la radicación del Obispado en San Juan, arguyendo la mayor
importancia que tenía Mendoza para ser asiento de la Diócesis. Ello dio lugar
a una verdadera y apasionada competencia entre las autoridades políticas y
religiosas de ambas provincias. En
octubre de 1836 falleció el Obispo Santa María de Oro, entonces las
expectativas de los mendocinos resurgieron pero por poco tiempo, porque un
mes antes de fallecer el Obispo Oro había dejado como sucesor en el Obispado
a José Manuel Eufrasio Quiroga Sarmiento y distribuido las otras dignidades
eclesiásticas entre sus familiares, lo que motivó la protesta del gobernador
Pedro Molina, no solamente ante el gobernador Juan Manuel de Rosas en quien
buscó el apoyo necesario para sus negociaciones, sino que presentó la
protesta también ante la Santa Sede, por medio del Abate José Salustio. Decididamente
Rosas tomó intervención en estos asuntos eclesiásticos y le recordaba al
gobernador Molina que: “Es
anexo a la soberanía e independencia de toda la nación que no se admita, ni
deje correr en ella ninguna Bula, Breve o Rescripto pontificio sin obtener
pase o exequátur de la autoridad nacional
encargada de velar sobre la incolumnidad de
los derechos y regalías nacionales” (Peña y Lillo)
“Esta
medida tenía efecto retroactivo al 25 de mayo de 1810, fundamentada en el
derecho de patronato de la corona española. En cumplimiento de esta
disposición, se concede el pase a la bula de creación del Obispado de Cuyo,
dejando a Mendoza y San Luis en libertad de someterse al Obispo o volver a la
jurisdicción de Córdoba” (Martínez)
La
última intervención de Molina sobre este tema fue el 27 de octubre de 1837 en
una carta al gobernador Juan Manuel de Rosas solicitando su intervención para
que se otorgara a Mendoza lo que a su juicio le correspondía. Con ésta última
carta terminan las gestiones por conseguir el Obispado de Mendoza. Se
inició una clara política por mejorar la hacienda pública con medidas
concretas que tendían a consolidar la producción y las finanzas del estado y
de los particulares. Un importante estímulo para la industria local fue la
ley del 23 de diciembre de 1835 por la cual se beneficiaban por un término de
6 años, con la exención de impuestos a los trapiches y
a la explotación minera y a éstos
últimos se les otorgó el comercio exclusivo de los artículos de minería.
Medidas de
gobierno
Otras disposiciones de gobierno importantes en este período fue la
liberación de todo impuesto a la extracción de frutos del país y a la
importación de ganado vacuno y caballar, la prohibición de importar licor,
vinos y aguardientes del extranjero. Se ordenó realizar una mensura general
de la Villa Nueva de San Martín, se planificó el proyecto de colonización
para desarrollar nuevas industrias en el sur. En materia urbana reglamentó la venta de productos y mercaderías, se
fijaron los horarios de atención del comercio. Se ocupó del
embellecimiento y aseo de la ciudad,
levantando dos importantes obras: la reedificación del mercado y la construcción
de un puente de pasaje en el ángulo sudeste de la plaza independencia (plaza
principal). Dichas obras fueron destruidas por el terremoto del 20 de marzo
de 1861. “En suma Molina llevó a cabo útiles instituciones
de orden civil y político, descendiendo del gobierno el 20 de marzo de 1838
para retirarse a la vida privada. Se negó a una nueva reelección y le envió
una carta al general José Félix Aldao manifestándole su negativa a una nueva reelección” (Caraffa).
ÚLTIMO GOBIERNO DE PEDRO
MOLINA 1840
La
última participación en el gobierno de la Provincia de Mendoza, de Pedro
Molina fue en noviembre de 1840 cuando fue designado gobernador interino,
como consecuencia del movimiento revolucionario ocurrido en la provincia y
promovido por don Juan de Rosas y el grupo unitario, con el propósito de
apoderarse del gobierno. “Con la cooperación de algunos seudo federales, los liberales eligieron gobernador a
Molina, amigo del general Aldao y titulado federal neto, con el designio de
mandarlo, con otros cerca de la persona de éste, como para entretenerle,
mientras los antirrosistas colocando un sustituto
de su confianza, reunían todos los elementos posibles para hacerle frente, si
no lograban detenerle con aquellas medidas” (Zinny)
“Proclamado
el gral. Molina gobernador, después del movimiento
revolucionario que encabezado por el Tte. Cnel. Casimiro Recuero y don Juan
de Rosas, se operó el 4 de nov. de 1840, contra la
administración de Justo Correa, fiel amigo de Aldao. Molina no aceptó tal
cargo sino condicionalmente. Aldao se lanzó sobre Mendoza para perseguir y
castigar a los promotores del motín, repuso en el mando a Correa, quien a su
vez delegó el gobierno en el mismo Aldao, nombrado gobernador propietario el
16 de marzo de 1841. Pedro Molina falleció el 16 de marzo de 1842, fecha en
que Aldao acababa de recibirse del mando de la provincia” (Caraffa).
“Murió casi olvidado de su pueblo, del que fuera arquetipo y continúa aún en la penumbra por que le tocó la suerte de ser aborrecido por los hombres que más han pesado en la literatura política argentina. Fue el primer mendocino que hizo sentir a sus comprovincianos el goce de sus derechos civiles” (Peña y Lillo) |